Educación

Vuelta al cole en La Rioja: respeto, incertidumbre y mucha seguridad

Los centros han reacondicionado sus espacios para procurar la máxima seguridad posible

Ahora sí. Seis meses después de que los colegios cerraran sus puertas tras la mayor crisis sanitaria vivida en muchos años, los pasillos de los centros escolares riojanos vuelven, este lunes, a acoger a sus huéspedes. En los días previos: ir y venir de profesores, sillas, papeles, pupitres, pero, sobre todo, incertidumbre.

La Rioja, y todo el país, se enfrenta a uno de los momentos claves de la pandemia: la vuelta al cole. Una vuelta -ojalá- segura y libre de rebrotes. “El trabajo de los docentes ha sido constante desde marzo, pero, en estas últimas semanas, nos hemos dedicado sobre todo a la parte más física y de seguridad del colegio, ya que el plan pedagógico ya está trabajado”, explica Ana Ochoa, directora pedagógica del Bachillerato Santa María.

La comunidad educativa se va a enfrentar a uno de los cursos más complicados pero, tal y como señala Chus Sauca, directora general del colegio Santa María, “aparte de todas las medidas que desde la la Consejería nos han transmitido, algunas de ellas difícilmente sostenibles en el momento que los alumnos salen de las aulas, hay una implicación total por parte del profesorado. Sabemos que entraremos antes de nuestra hora, trabajaremos más tiempo y saldremos más tarde, pero estamos preparados”.

Desde el centro se está trabajando de manera incansable para intentar juntar a los alumnos de manera que “al igual que los pequeños van a hacer grupos burbuja, y en Primara grupos estables de convivencia, en Secundaria y Bachiller, que era más complicado por cuestión de optativas, después de mucho trabajo hemos conseguido que ellos también tengan siempre un aula de referencia y no se unan a nadie más”. En el caso de las clases de optativas compartidas, “reuniremos en una misma clase a no más de dos grupos diferentes y permanecerán separados por un cortafuegos de seguridad, además de la mascarilla y una ventilación adecuada en todo momento”, advierte Ochoa.

Santa María ha conseguido llevar a cabo las medidas de seguridad más estrictas con el único y “fundamental” objetivo de garantizar una enseñanza cien por cien presencial en todos los niveles. “Un curso presencial, aun no con todas las condiciones que a nosotros nos gustaría, es mucho mejor que el vivido a partir de marzo”, recalca Sauca. “Por la parte de cercanía, necesidad de relación y educación, cuanto más presencial sea, mucho mejor”.

Medidas de seguridad

Todos los rincones del centro Santa María están ocupados. “Por seguridad no va a ser”. Las entradas de los alumnos serán en todo momento escalonadas. “Cada curso tiene sus escaleras propias. Hemos separado el colegio en cuantas más catas, mejor, y todo para evitar que una nueva ola arrastre al menor número de personas”. Además, las cuatro etapas que se congregan en el colegio -Infantil, Primaria, Secundaria y Bachiller- van a contar con sus propias zonas en los patios durante los recreos, que también serán escalonados por etapas y en cada una de ellas por cursos.

A la entrada de clase, a todos los alumnos, “casi mil”, se les tomará la temperatura, se desinfectarán el calzado y, por supuesto, las manos. “El tiempo de clase se va a ver modificado, lo tenemos asumido y contemplado”, cuenta la directora del colegio. “Hay que volver a reorganizar las programaciones. Sabemos que los primeros diez minutos de clase no los perdemos, sino que los invertimos en lo que ahora es nuestra prioridad: la seguridad. Pero la parte pedagógica no va a estar abandonada en ningún momento”.

La reestructuración de espacios es otra novedad de este curso 2020-2021. “El salón de actos lo vamos a utilizar como aula, al igual que la pequeña capilla de la iglesia, donde vamos a impartir las clases de música. Además, habilitamos tres nuevas zonas para comedores de uso exclusivo, no serán salas multifunción. Hemos cogido los planos del colegio y escogidos las aulas que más metros tenían para meter a los grupos más numerosos. Además, hemos duplicado clases por grupo. Todo, teniendo en cuenta a su vez los problemas de movilidad de algunos de nuestros alumnos”.

El denominado ‘kit del alumno’ constará de una mascarilla de repuesto, “aunque el colegio también tiene”, un bote de gel hidroalcohólico, un paquete de pañuelos y una botella de agua personalizada. Al igual que los jóvenes, los profesores cuentan con su propio kit de medidas, a las que se suman tizas propias, borradores… “Nosotros también tenemos que cuidarnos mucho. Si caemos, peligra el barco”.

Los profesores tienen muy claro que el colegio es el lugar más seguro donde van a estar los niños durante todo el día, pero “hay vida más allá del centro. Por ello hay que concienciarles de que nosotros hemos hecho todo lo que hemos podido porque el centro esté abierto, pero ahora es su responsabilidad de que siga así. El cuidarse fuera restringiendo su grupo de relaciones nos ayuda y ayuda a proteger a sus propias familias, ya que ellos son los que más expuestos están. Ellos tienen que proteger al resto. Son los verdaderos actores del conjunto de la comunidad educativa”.

Desde el CEIP Bretón de los Herreros afrontan este singular inicio de curso con mucha fuerza, confianza y tranquilidad. “Nuestra máxima es la salud”, afirma María José Sáenz Pastor directora del centro. “Tenemos muy claro que el propio colegio, los alumnos y familias vamos a tener que poner en práctica dos palabras fundamentales: respeto y responsabilidad. Si todos somos respetuosos y responsables el Plan de Contingencia podrá salir adelante”.

Los docentes de este centro son muy conscientes de las dificultades que conlleva este curso académico, pero también “sabemos que hay familias que lo han pasado muy mal y esas emociones de los alumnos vamos a trabajarlas a fondo”. Sáenz Pastor explica que el primer día los niños estarán con sus tutores y se habilitará un tiempo de comunicación y diálogo “para que puedan sacar todo lo que llevan dentro. Que expresen cómo han vivido y cómo están viviendo el COVID”. A partir de ahí se detectarán las necesidades personales y, junto a la orientadora, se trabajará la educación emocional. “Algo que en este colegio siempre ha estado muy presente y, ahora, doblemente después de lo sucedido”.

En cuanto al área curricular, el CEIP Bretón de los Herreros continuará con su ejercicio anual de revisar de dónde parte el alumno y en qué condiciones vuelve. A partir de ahí “estableceremos un plan de apoyo, refuerzo o lo que necesite y se definirán qué contenidos son estrictamente necesarios para poder seguir adelante. Siempre decimos que no se trata de memorizar, sino de formar”.

Por seguridad, los libros se quedan en clase

Para hacer frente a la situación, el Bretón de los Herreros va a poner a disposición de familias y alumnos las siete puertas de patio exterior que posee el centro. “Cada grupo de estudiantes accederá por una de ellas y una vez dentro de las instalaciones formará filas guardando el metro y medio de distancia para hacer una entrada totalmente escalonada al edificio”. Una vez dentro, alfombras desinfectantes, geles y mascarillas esperan a los alumnos, sin olvidarse de la toma de temperatura.

La directora aclara que en el colegio los grupos de convivencia estable los conforman cada clase. Seis en infantil y doce en primaria. “Para este curso todos los alumnos permanecerán en sus respectivas clases todo el tiempo y seremos los profesores lo que nos movamos para impartir las clases. Excepto cuando toque Religión Católica o Valores, donde el grupo se desdobla: el más numeroso se quedará en clase y el otro se dirigirá a otro espacio, que cada vez que se utilice será desinfectado”.

La mochila este año tendrá nuevas incorporaciones: botellín de agua, almuerzo, mascarilla y gel. “Los alumnos de tercero a sexto tienen sus libros de texto y además licencias digitales. Una posibilidad que vamos a habilitar para que los libros no salgan del centro. Así intentamos evitar un posible contacto”. En cuanto a las mascarillas, “un deber institucionalizado para todos a partir de los 6 años”, cada uno traerá la suya pero, si se le rompe o ensucia, el centro le proveerá de otra”.

El acceso al CEIP Bretón de los Herreros va a ser más riguroso si cabe. “Debemos llevar un control total de toda aquella persona ajena al centro, sobre todo para asegurar la trazabilidad. Ahora más que nunca es muy importante. Asimismo, no vamos a dejar nuestras actividades extras atrás, así que seguiremos con madrugadores y el comedor, donde, según las inscripciones que tengamos en octubre, habilitaremos dos turnos y, quizá, otro espacio más y, por consiguiente, más monitores”.

María José Sáenz confiesa que no hay miedo, pero sí respeto. “No es lo mismo lo que tú imaginas con lo que luego puede llegar a ser. El Plan de Contingencia es un documento vivo que en principio está validado, pero todo lo que está escrito hay que ponerlo en práctica y si no da resultado, cambiarlo”.

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