Las tormentas, por aquello de que (al igual que las mudanzas) se sabe cómo comienzan pero nunca cómo terminan, nunca son bien recibidas. Salvo cuando los elementos combaten entre sí y de esa lucha salen beneficiados los más calurosos.
Eso ha ocurrido en La Rioja este viernes, una jornada amenazada al unísono por una alerta naranja por altas temperaturas y otra alerta por tormentas. Estas últimas han dejado, sin duda, su huella en el paisaje urbano de la región, causando importantes destrozos a su paso por localidades como Haro.
Pero en su descargo podemos decir que el tormentón ha permitido aliviar el sofocante calor, que amenazaba con elevar el mercurio hasta los 40 grados en la comunidad. Ha sido también en Haro donde el efecto refrescante del frente más se ha dejado notar, con una caída térmica de hasta doce grados: pasando de los 37,7 grados registrados a las tres y media de la tarde a los frescos 25 de las cinco menos cuarto.
En Ezcaray (donde la máxima se ha situado en 30,4 grados) y Nájera (con 36) también han agradecido el aguacero, pues los termómetros han caído nueve grados en apenas una hora. En Logroño, con una caída de siete grados, y Santo Domingo, de seis, tampoco le han hecho ascos al tormentón, que ya lo habría querido para sí Calahorra. En la capital riojabajeña la tormenta ha hecho ‘la cobra’ y los termómetros no se han movido de los 38 grados a primera hora de la tarde.
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