Crisis del Coronavirus

José Luis Rabadán: “La crisis ha destapado ‘nuevos’ adictos, sobre todo al alcohol”

El aburrimiento, la soledad o la frustración son algunos de los factores que pueden llevar a una persona a convertirse en dependiente de cualquier vicio, hábito o adicción. El confinamiento decretado tras el anuncio del estado de alarma hace más difícil, si cabe, sobrellevar y luchar contra una adicción que acaba de surgir o lleva ya un tiempo en nuestras vidas.

El aislamiento social, la incertidumbre por lo que puede pasar o la ansiedad se convierten estos días en un riesgo para muchos, pero también puede ser una oportunidad para tomar conciencia de cómo estoy, reconocer si tengo un problema y buscar una solución. Así lo asegura el doctor José Luis Rabadán, presidente de ARAD (Asociación Riojana para la Atención a personas con problemas de Drogas).

– ¿Cómo está afectando el confinamiento a las personas con alguna adicción?

– Deberíamos separar y diferenciar entre varios tipos de adictos para responder a esta pregunta: las que llevaban tiempo con nosotros u otras organizaciones tratando el problema y las que habían iniciado recientemente el tratamiento.

Las primeras están viendo este escenario como una oportunidad para consolidar su abstinencia y asegurar su situación, y afortunadamente, estamos viendo muy pocas recaídas. El problema viene con el otro colectivo, el que acababa de empezar. El concepto de abstinencia todavía no lo tenían interiorizado y son los que más problemas están teniendo, saltándose incluso el confinamiento y llevándose alguna multa que otra. Para estos usuarios la atención permanente es imprescindible, por ello mantenemos comunicación diaria con ellos.

– ¿Esta crisis ha provocado la aparición de “nuevos adictos”?

– Durante estos dos meses hemos recibido muchas llamadas de teléfono de familiares que han visto que en su entorno había un problema, sobre todo con el alcohol, que antes no habían percibido. Hay muchas personas que estaban habituadas a ingerir cantidades importantes de alcohol en su día a día pero no tenían conciencia de enfermedad y, al tener que quedarse en casa, han visto que realmente tenían una necesidad. Están muy nerviosos y ansiosos, sobre todo por la mañana, y las ganas por beber se hacen más patentes. Estos son, precisamente, los casos que más estamos intentando contener.

– ¿Es el alcohol la adicción que más se ha disparado?

– Ahora mismo datos reales no hay. Se escuchan muchas noticias contando que se está bebiendo mucho más que antes, entre otras cosas porque los supermercados han aumentado en un 73 por ciento la venta de cerveza, pero hay que tener en cuenta que debemos compensarlo con el cien por cien del descenso de ventas de alcohol en la hostelería. Obviamente la gente está utilizando otros canales, pero estoy seguro de que cuando se haga la estimación de cantidad de gramos de alcohol bebidos por habitante y año durante este periodo, va a disminuir bastante.

En cuanto a los menores, claramente están bebiendo menos cantidad de lo habitual, lógicamente porque no salen y en casa no lo hacen con sus padres. Ellos utilizan el alcohol en otro contexto, en un espacio social, pero el problema puede llegar, como ha pasado en algunas ciudades de España, cuando se liberalice todo un poco más y puedan salir más tiempo a la calle. Van a salir como toros.

– Y en relación al juego, ¿cómo se está desarrollando la situación?

– En el caso de los adultos creemos que, el no poder salir de casa, el estar los centros de juegos cerrados y la menor presión publicitaria han suavizado la ludopatía. La publicidad, que antes del confinamiento estaba haciendo una ofensiva tremenda a todas horas, se ha restringido durante esta temporada de una a cinco de la mañana, insuficiente para nosotros, que pedimos la suspensión total, pero el Gobierno lo rechazó.

Los menores, por su parte, están jugando mucho menos que antes porque el ochenta por ciento lo hacían en salones presenciales con dinero en efectivo. Los adolescentes carecen de tarjeta de crédito, por lo que ahora mismo no pueden jugar a través de Internet. Otra cosa son los jóvenes de mayor edad que ya disponen de dinero propio… pero tendremos que esperar a los datos.

– Quizá los más jóvenes hayan volcado todo su tiempo en Internet y Redes Sociales, ¿eso se puede convertir en un problema?

– Las llamadas de familias confundidas con el exceso de tiempo que utilizan sus hijos estas plataformas se han multiplicado. Hay muchas veces que las consultas no tienen fundamento de que puedan ser una adicción, el problema es que las familias, con la rutina diaria, no eran conscientes de las horas que pasaban sus hijos frente a las pantallas y ahora les parece exagerado. Durante las llamadas que hacen los padres intentamos profundizar en la situación a través de diferentes preguntas y, tras lo que nos cuentan, nos damos cuenta que no podemos calificarlo como adicción, sino como un uso excesivo.

– ¿Cuál es el estado actual de los drogodependientes?

– Quizá sea el colectivo más desfavorecido, ya que no hay confinamiento que pueda retener a quienes padecen una adicción a las drogas. La situación es extrema y son estas personas las que más se saltan las normas para seguir con su consumo. Por ello, desde ARAD, hemos mantenido el servicio que damos a unas 250 pacientes de dispensación de metadona a través de dos compañeras que han estado al pie del cañón. Este servicio es imprescindible a la hora de tratar los problemas con la heroína o cualquier otro opiáceo.

– Desde ARAD, ¿cómo están preparando la vuelta a la normalidad?

– Sobre todo con muchas ganas y por supuesto de forma segura, protegiendo tanto a trabajadores como a usuarios. En este trabajo es fundamental el trabajo presencial y las terapias. Durante estos dos meses hemos seguido con nuestra labor a través del teléfono, pero el volver a ver directamente a los pacientes es imprescindible.

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