Las ovaciones que en los últimos días se repiten a las ocho de la tarde para elevar los ánimos de los guerreros en la primera línea de la lucha contra el coronavirus tienen destinatarios mucho más allá de los sanitarios que se dejan la piel en las consultas y los hospitales.
Son muchos los gremios que forman parte del dispositivo que afronta “el mayor reto de la historia de la sanidad riojana” y, entre ellos, también se encuentra el de las farmacéuticas. Acostumbradas a despachar al otro lado del mostrador, las encargadas de poner en nuestras manos los medicamentos necesarios para mantenernos sanos como un roble, estos días están sintiendo algo parecido a lo que experimentan las estrellas del rock cuando suben un escenario.
Hacia ellas vuelan los aplausos de los vecinos que agachan la mirada desde sus balcones y ventanas e identifican sus batas blancas y sus mascarillas, como sucede en la calle Estambrera de Logroño con el personal de Farmacia Mercedes.
A la misma hora, en la calle Huesca se está dando una circunstancia de lo más emotivo: un joven de 13 años aprovecha el ‘aplauso sanitario’ para regalar las melodías de su trompeta a las farmacéuticas que abandonan el servicio tras una dura jornada. Téngase en cuenta cuando cualquiera sienta la tentación de meter a toda la chavalería en el mismo saco: no todos los jóvenes “pasan del coronavirus” ni tienen comportamientos irresponsables.
