El síndrome de Stendhal es el nombre que recibe el éxtasis que experimenta un individuo cuando se presenta ante manifestaciones artísticas especialmente bellas. Haya tranquilidad, porque aunque seas la persona más hipocondríaca del mundo, ese cuadro clínico no te va a afectar en Logroño.
Al menos, no en una de las calles aledañas de la biblioteca Rafael Azcona, donde una lectora ha descubierto “el banco con las peores vistas de Logroño”. Razón no le falta. El Sereno suele ser cauto con sus valoraciones, pero por más que intenta ser compasivo es incapaz de encontrarle un mínimo atractivo a este rincón de la capital riojana.
“No solo está en desuso, es que además obstaculiza el paso a los viandantes; si vas con una silla de ruedas o un carrito de bebé, por ahí no puede pasar nadie más”. No estamos a favor de ir destruyendo el mobiliario urbano (y menos aún, después de lo visto esta semana en Barcelona) y, por ello, solo se nos ocurre una proposición constructiva: encadenar al banco durante un buen rato a todo aquel que cometa una tropelía para obligarle a contemplar las vistas. Ni la prisión permanente revisable es tan disuasoria, oigan.
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