Iker Jiménez todavía no ha reparado en ello, pero existe en Logroño una atracción desconocida que le daría para varias temporadas de ‘Cuarto Milenio’. Sucede junto la Jefatura Superior de Policía, donde alguna fuerza sobrenatural se traga vehículos y nunca sacia su hambre.
La historia no es nueva. Hace algo menos de un año, El Sereno comenzó a recibir señales que le alertaban de esta situación. Cansado de que los conductores usaran su solar como aparcamiento, el propietario de una finca cavó una zanja a modo disuasorio que, por lo que sea, no termina de funcionar.
Los coches siguen cayendo en ese ‘agujero negro’ y “de nada sirve la señalización que pusieron, porque los coches siguen sin respetar las fincas privadas, se quedan atascados y tenemos que llamar a la grúa para socorrerlo”, explica un vecino, reclamando una solución definitiva para esta particular telaraña de vehículos.
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