«Siempre hay por que vivir, por que luchar. Siempre hay por quien sufrir y a quien amar. Al final, las obras quedan. Las gentes se van. Otros que vienen las continuarán. La vida sigue igual». Y así, con la música de Julio Iglesias en mi cabeza, he dejado atrás mis vacaciones para zambullirme en la frenética actividad de la política riojana. Ya tenemos presidenta. Ozú. De la piscina al Parlamento sin pasar casi ni por la toalla.
Andaba el otro día a pie de tumbona escuchando al bueno de Julio Iglesias, pensando si el cantante madrileño me quería decir algo sobre nuestros queridos políticos. Los de antes, los de ahora o los del mañana. Un mes y medio después de fracasar la investidura de Concha Andreu en el Parlamento de La Rioja, hemos vuelto al mismo escenario con una Consejería de color morado como único cambio importante en el tablero político. Ah. Y el acuerdo entre PSOE, IU, Podemos y Equo, pero resulta que esto es consecuencia de lo primero.
«Ha sido un tiempo necesario», nos ha dicho la líder socialista en su discurso, diciéndonos que llegaba con tres lecciones aprendidas: aceptar que vivimos en un tiempo de pluralidad donde tener un proyecto bueno e inclusivo es la única garantía para formar gobierno, que el mérito de los pactos significa también renuncia y que «nada de lo que merece la pena es fácil de conseguir».
Pasando de las 29 páginas de su alegato de julio a las 16 de este lunes, solventadas en apenas cincuenta minutos, Andreu ha finalizado su discurso como empezó el anterior. Ángela Davis. «No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar». Y así, tras varios folios de bonitos compromisos, grandes promesas y palabras progresistas, la música de Julio Iglesias rondando por mi cabeza daba paso a la Jorge Drexler: «Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da. Nada es más simple. No hay otra norma. Nada se pierde. Todo se transforma».
Con estas dos máximas de Iglesias (Julio) y Jorge Drexler, Concha Andreu y la diputada de Podemos, Raquel Romero, han llegado a un entendimiento. Una Consejería, un acuerdo programático prácticamente igual que el negociado con IU y aquí paz y después gloria. En la sesión de este lunes, sonrisas sin lágrimas. Ni fábulas ni reproches. Todo abrazos y saludos afectuosos después de dar el penúltimo paso para apear al PP del poder después de veinticuatro años. Este martes, el último. Toca votar. Esta vez, sí. Sí, se puede.
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