Poco a poco, Manzanos Wines va ‘desgranando’ detalles de su ambicioso proyecto enoturístico para Haro. Tras adelantar hace unos días en NueveCuatroUno que las instalaciones abarcarán el área comprendida entre las calles Lucrecia Arana, Laín Calvo, Las Cuevas y Las Heras, el director de enoturismo y relaciones públicas de la bodega, Rubén Quintana, ha desvelado esta semana más detalles como un gigantesco tobogán que ‘salvará’ siete alturas en la localidad riojalteña.
Proyecto del Manzanos Wine Park en Haro
En el marco del XIII International Wine Forum celebrado en el Espacio Lagares de Logroño, Quintana ha avanzado que el proyecto (abrirá sus puertas entre 2022 y 2025 sin ir inaugurando fases) contará con un restaurante de un reputado cocinero de renombre nacional, una terraza con magníficas vistas de Haro, un hotel de superlujo con tres suits, un spa, un solarium, un wine bar, un “tiovivo del vino”, una prensa neumática, una bodega…
“Ya no es sólo la bodega y el viñedo sino el enoturismo: queremos ser algo único que no hagan los demás”, ha explicado el director de relaciones públicas de la firma, propietaria de una decena de bodegas en Rioja Alta, Navarra y Rioja Baja, quien también ha anunciado uno de los platos fuertes para el proyecto jarrero: el Porsche Studio para “vivir experiencias con rutas Porsche”. “Vienes, te das una vuelta con un Porsche y disfrutas”. Incluso habrá para niños.
Proyecto del Manzanos Wine Park en Haro
Sin concretar todavía cómo llevarán a la práctica el proyecto, Quintana ha señalado que habrá siete alturas de diferencia entre un edificio y otro, lo que recorrerá “la historia y la cultura de Rioja y del vino desde 1733 hasta 2022”. Lo que sí ha adelantado en el foro vinícola es la inversión aproximada, pese a los recelos que causa siempre hablar de cifras: quince millones (podrían ser más), de los que ya se han desembolsado tres.
El responsable de Marketing de Manzanos, Álvaro Bailly, explicó hace un par de semanas a NueveCuatroUno que el proyecto representa la unión de cinco edificios en una misma manzana e integra a Bodegas Berceo y su edificio más singular, El Espiral. “Hasta ahora no existe nada igual”, defendía, asegurando que en el plano administrativo están ya en orden todas las autorizaciones para los derribos que van a acometer: “No queda nada por solventar”.
