Los pasajeros del vuelo que este lunes conectaba el aeropuerto de Agoncillo con Katowice, en Polonia, recordarán esta jornada durante largo tiempo. Y no solo por su estancia en el país centroeuropeo.
Para llegar hasta Katowice, los turistas han empleado dos horas y media de trayecto. Un lapso de tiempo idéntico al que han tenido que pasar esperando a despegar, en unas condiciones ciertamente precarias.
La compañía aérea los había citado a las 9.30 horas en el aeropuerto, donde han sido derivados a la sala de embarque con la intención de acceder a un avión que no ha llegado a la instalación hasta las 10.45 horas. Allí se han dado cuenta de que no había asientos para todos los pasajeros ni tampoco máquinas de ‘vending’ que pudieran hacer más llevadera la espera. “Bueno, para un rato nos apañamos”, pensaban.
El problema es que ese rato se ha prolongado hasta casi dos horas y media, hasta las doce del mediodía, que es cuando el vuelo ha despegado con rumbo a Polonia con media hora de retraso. Hasta entonces, cada cual se ha entretenido como ha podido: algunos sentados en el suelo, otros matando el tiempo con su teléfono móvil y, sobre todo, lamentando el inicio de vacaciones que han tenido.
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