Firmas

El secreto de sus ojos

José Ignacio Ceniceros guarda un secreto. El presidente lo tiene escondido en un lugar donde nadie puede encontrarlo. Pista para despistados: no es la fecha en la que llevará al Parlamento de La Rioja los presupuestos del año 2018 que tanto preocupan a Diego Ubis. “¿Cuándo va a ser?”, le pregunta el portavoz naranja. Y el que fuera alcalde de Villoslada durante tres semanas le responde que va a ser con tiempo suficiente para que entren en vigor el 1 de enero. El típico troleo de contestar sin contestar. La política.

Partida de mus. Envido. Voy. Envido. Voy. Pares, sí. Llevo. Envido. Voy. Juego, también. Y yo. Envido. Voy. Cartas arriba. Empate a todo. Gana Ceniceros por la mano. “No den por hecho el apoyo de nadie, al menos de Ciudadanos, porque si no asumen su responsabilidad, no lo tendrán”, amenaza Ubis. “Seguiré buscando el acuerdo con Ciudadanos”, responde Ceniceros con esa tranquilidad que le caracteriza, reclamando además “responsabilidad” (la palabra repetida, el rey de la baraja) a la formación naranja. Sigue la partida. Otra vez a repartir.

Ningún diputado se ha percatado del secreto de Ceniceros. Ni siquiera lo intuyen sesión tras sesión. Salen al ruedo, recitan sus discursos y vuelven a sus escaños viviendo una mentira indescifrable, pese a que en la sesión de esta semana intentaran resolver un “carajal”. El carajal que más complicaciones ha traído a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Más incluso que las guerras o las primarias de los partidos: el amor. Quería Ana Carmen Sáinz (Podemos) que las parejas de hecho tuvieran la misma regulación que los matrimonios y le dijo Noemí Manzanos (PP) que vive Dios: “No es lo mismo”.

“Queremos que los riojanos puedan casarse o ser parejas de hecho, con sus ventajas e inconvenientes”, dijo Manzanos, defendiendo que podamos casarnos o arrejuntarnos en la forma que nos dé la gana: pareja de hecho, matrimonio civil o religioso. Se le olvidó mencionar las ventajas e inconvenientes. Yo nunca había tenido el papel y el boli tan preparados como en ese momento. No se me iba a pasar ni una frase. Ni un detalle. ¿Qué es lo bueno de casarse? Venga, Noemí, cuéntame. Pensaba ir por la calle blandiendo el cuaderno como si fueran las Tablas de Moisés y hacer un discurso como el de Steve Jobs en la Universidad de Stanford.

Tenía hasta marcado el número de mi madre para contarle. “Oye, mamá, que han dicho en el Parlamento que si te casas…”. Y a partir de ahí, cerrar los ojos y que fuera lo que Dios quisiera: comprar un anillo, dejar a la novia o hacerse pareja de hecho. Quién sabe. Creo que al final depende un poco de cada persona el tema. Incluso en el PP no lo tienen claro: no todos están casados ni tienen planes de hacerlo, dijo Noemí Manzanos, tras lo que Álvaro Azofra levantó el dedito. “Yo”. Tú. Verás cuando llegues a casa y te hayan visto por el streaming del Parlamento hacer el gesto…

Al final, concluyó el multiconsejero Conrado Escobar sobre el “carajal”, algo que funciona bien, ¿para qué tocarlo? Eso debía pensar Ceniceros. Como su secreto. Sigue funcionando y seguirá, pero hoy he decidido descubrirlo: duerme durante los plenos. “¿Y quién no?”, se preguntará el rápido e inteligente lector. Y razón llevará. Lo que nadie sabe es que Ceniceros duerme con los ojos abiertos. Dieciséis años como presidente del Parlamento le han hecho desarrollar este superpoder con el que disimulaba cuando estaba detrás del orador de turno.

Ahora, se reclina en su escaño y mantiene una pétrea posición gracias a esta cualidad que lo hace único. Puede aguantar lo que sea. Incluso un Pleno o una negociación de presupuestos.

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