Firmas

Ayuntamiento Pagafantas

Escena de la película 'Pagafantas'

Desde los tiempos de pelendones y berones, una pequeña leyenda urbana atormenta a los pobladores de las tierras cercanas al Ebro (sin pasar de los riscos de Bilibio ni llegar al desierto de los Monegros). El triángulo País Vasco – Navarra – La Rioja está maldito por una profecía que durante siglos han ido confirmando miles de vascos, navarros y riojanos. Su máxima expresión reciente es la película ‘8 apellidos vascos’, una película del director Borja Cobeaga, que ya en 2009 inmortalizó el asunto con ‘Pagafantas’.

Hablamos, claro está, de las dificultades que se les plantean a los pobladores de esta pequeña zona del norte de España cuando toca poner en marcha el arte de la seducción (pagafantas: dícese del hombre que busca una relación sexual con una chica que sólo lo ve como amigo, algo así como el ‘alter ego’ de Bridget Jones). Fracaso tras fracaso. Cabezazos contra la pared. Cartera vacía tras múltiples invitaciones que buscaban retener el cariño al lado de la barra cinco minutos más. Decepción. Mirada al suelo. Caminata en solitario hacia casa. En resumen, ‘pagafantismo’.

Lo que no sabíamos hasta este jueves era que este ‘mal’ era algo endémico. No pertenece a su población sino a sus instituciones. Toda la estructura está podrida desde tiempos inmemoriales. “Este Ayuntamiento es un Ayuntamiento Pagafantas”, señaló Julián San Martín (Ciudadanos), apuntando que el Consistorio logroñés se apresura en dar sus recursos cuando se los piden y luego no recibe nada a cambio cuando así lo requiere. Cosas de un Consejo de Capitalidad firmado con el Gobierno de La Rioja por el que José Ignacio Ceniceros nos debe aflojar la pasta, pero no suelta ni una cala. O algo así dice la oposición.

En esa línea pagafanta, el Ayuntamiento ha perdido el interés. Ya nadie se pasa por el Salón de Plenos salvo los concejales, los periodistas y algún escapado relacionado con los partidos políticos. Ni siquiera van funcionarios a protestar como antaño hasta que los antidisturbios los expulsaban utilizando una fuerza desmedida (cuenta otra leyenda urbana que un día hubo un empujón). Cualquier otro día se celebra la sesión a puerta cerrada como el Barça – Las Palmas y salta un espontáneo a oler las plantas porque ni la Policía atiende a lo que allí ocurre.

Porque tanto lío que se ha montado con Cataluña y resulta que el Ayuntamiento de Logroño podría declarar la capital riojana como independiente en cualquier tarde en la que se reúnan sus concejales. Si los cuarenta que nos juntamos allí nos compinchamos, el Gobierno no se entera hasta que lo vea en el BOE. ¡Ah, se siente! O nos aplicamos a nosotros mismos el artículo 155 (tan de moda ahora) y formamos la anarquía en la ciudad, un agujero negro donde romper la maldición pagafanta. Hasta podríamos convertir los cosecheros en crianzas.

No sería lo más raro de ver. Sólo en la sesión de ayer, Jesús Ruiz Tutor (concejal de Medio Ambiente) dijo que él, por el Ayuntamiento, hacía el pino con una mano (el “yo, por mi hija, mato” de Belén Esteban). Y eso, después de habernos explicado todo lo que sabía sobre lombrices californianas (sí, sí, no estás flipando) y antes de que Nieves Solano (Cambia Logroño) le cogiera cual madre a Javier Merino (concejal de Alcaldía) de la oreja y lo sentara en la silla: “Oye, dónde vas, escucha y siéntate que esto te interesa”.

Y se sentó. Qué otra cosa podía hacer. Somos el Ayuntamiento Pagafanta.

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