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La violencia en el fútbol centra la segunda Mesa del Deporte de NueveCuatroUno

NueveCuatroUno, en colaboración con el Hotel Gran Vía, continúa con su ciclo de Mesas del Deporte en el que regularmente reúne a los protagonistas de los temas que afectan a las prácticas deportivas más extendidas entre los riojanos. En esta segunda sesión, tras hablar el mes pasado sobre el “auge del running”, el tema elegido ha sido la violencia en el deporte, centrada sobre todo en el fútbol y más aún en el fútbol base.

Para ello, ha contado con cuatro voces autorizadas dentro de esta problemática, cuyos puestos aportan una perspectiva diferente: Diego Azcona, director general de Deporte y el IRJ del Gobierno de La Rioja; Sergio Martínez, gerente de Escuelas de Fútbol de Logroño (EDF); César Soto, árbitro de fútbol en Segunda B y profesor; y Javier Adán, coordinador deportivo del Comillas CF.

Diego Azcona adelantó que la Universidad de La Rioja ha realizado un estudio de la violencia en el deporte durante los últimos cinco años en nuestra región, pero que su presentación se ha demorado para que no parezca “oportunista” por los últimos episodios violentos vistos en Mallorca (pelea entre padres en un partido de infantiles) y más de cerca como La Ribera entre padres de juveniles de la SD Logroñés y el Valle del Ebro.

El director general de Deporte señaló que el “fútbol es el foco de atención” porque tiene más eco mediático, pero que también se dan situaciones en otros deportes colectivos: “Siempre donde hay contacto”. Como punto de partida, la competitividad. “Si un padre achucha, un entrenador achucha… entonces deja de ser un juego y más de uno se lo toma en serio, cuando ahí no debería llegar”.

Coincide en ambos puntos Sergio Martínez, quien cree que ahora la violencia, “aunque pueda sonar un poco fuerte”, es una “moda” debido a que las nuevas tecnologías ayudan a darle más visibilidad: “Que ocurran más casos en el fútbol viene porque mueve muchas fichas federativas y hay más personas. Es un reflejo de la sociedad y todo nace de uno mismo: el ambiente familiar y la educación. Eso se traslada al ámbito laboral, deportivo… a partir de ahí es donde tenemos que buscar soluciones”.

“Si contara la violencia verbal que tienen conmigo no acababa”, comenzó diciendo el colegiado César Soto, destacando que ha visto cambiar el fútbol en su trayectoria como árbitro (diecisiete años). “Antes había mucha más violencia verbal y piques dentro del campo, pero ahora se ha trasladado a la grada con los padres. Los entrenadores están mucho más formados y preparados”, dijo, poniendo también el acento en que “la violencia física es casi residual, no pasa tantas veces, es más la verbal”.

“Lo que propicia llegar al extremo de la violencia física es la verbal”, continuó Diego Azcona, mientras que Javier Adán apuntaba una pequeña teoría que ha visto en su propia plantilla: “La violencia se acentuó en la época de Mourinho y Guardiola, con esos cinco Barças y Real Madrid seguidos con tanta bronca… yo no había visto a mis jugadores rodear al árbitro. Antes tenías a uno o dos más calientes a los que siempre había que vigilar porque les sacaban muchas tarjetas, pero desde entonces hay una falta fuerte o lo que sea y empezaban a rodear al árbitro, a empujarse en las tanganas…”.

Sergio Martínez comentó que dentro del campo han cambiado jugadores y cuerpos técnicos, pero que el público no. “Para el espectador, todo vale. Y esa no puede ser la norma”, dijo, al tiempo que Javier Adán calificaba a las personas más problemáticas en el fútbol base como “aficionados de bar”. “Tú ves a los que van a ver al nieto o al sobrino que no tienen mucha idea de fútbol, pero que van a pasárselo bien, y luego está el padre que piensa que está en el bar. He visto menosprecios a niños en Pradoviejo por hacer una entrada o mandar el balón fuera”, añadió, apuntando Diego Azcona que “vas a ver un partido de béisbol, voleibol… incluso hasta de balonmano, y la gente no lo entiende tanto, pero en el fútbol la gente parece que entiende”. “Pero no entiende, te lo digo yo”, zanjó César Soto.

La búsqueda de entrenadores

En un torneo de Pradoviejo, contó Sergio Martínez a modo de anécdota, se marchó un equipo porque un entrenador le dijo a un jugador “páralo, páralo, páralo” en una jugada de gol, ya que el otro técnico entendió que no era correcta esa conducta. “¿Cómo le explicas a un niño que si le pides a Marcelo que pare a Sergi Roberto en una contra y sale en los medios tú no puedes?”, se preguntó, introduciendo Javier Adán otra variable: “En el fútbol base los equipos más importantes son los de abajo. Si tú les enseñas bien los valores, el respeto… cuando suben arriba, lo tienes hecho. Coges un cadete o un juvenil y lo ves a la primera. Pero en la base es donde peores entrenadores hay porque los que tienen carné ya quieren fútbol 11, y un juvenil mejor que un cadete. Ahí están los chavales más jóvenes que juegan en juvenil, aunque en algunos casos hay que poner al primero que pasa por ahí porque deportivamente pueden ser más flojos y nadie los quiere”.

“Los niños pagan por jugar y los padres se lo toman como un derecho a exigir el 200% de lo que quieren para su hijo. Nosotros manejamos 75 equipos y 120 entrenadores, pero pasa en todos los sitios. Cuesta mucho encontrar entrenadores e incluso ellos buscan la competitividad Los entrenadores que llevan un par de años en la base quieren más y es lícito”, argumentó, contestándole Javier Adán que hace poco tuvo un encuentro con el director deportivo del Alavés en el que le preguntó qué criterio seguían para encontrar técnicos: “El que tenga dos dedos de frente, que trate bien a los pequeños, educación, pueda venir todos los días y haga jugar a todos”.

“En otros deportes, como hay menos equipos, es más fácil esa búsqueda de entrenadores porque los que están ahí se sacan algún curso de monitor o similar porque realmente aman ese deporte. Les da igual base que alto porque les encanta ese deporte. En fútbol hace falta tanta gente que en la base, lo menos ambicioso, no hay nadie”, concluyó Diego Azcona.

¿Cómo se puede actuar contra los padres más conflictivos desde los clubes? Algunos, contaron Sergio Martínez y Javier Adán, amenazan incluso con llevarse a su hijo a otro equipo, pudiéndole acompañar un gran número de chavales. “Eso depende de las políticas de cada club. Si un padre se sale del tiesto, el club debe encauzarlo. A modo formativo es algo muy perjudicial”, señaló el gerente del EDF, resaltando el coordinador del Comillas que los progenitores que incitan a la violencia son los sobreprotectores: “No soporta que le den una patada, que sólo juegue pocos minutos, que no le pasen la pelota…”.

“El propio club puede tener identificados a esos padres más conflictivos, los que pueden llegar a esas situaciones. Debe hablar con esas familias y atajar esa situación porque no surge en un día, tiene una trayectoria de comportamientos no adecuados”, indicó Sergio Martínez, aunque César Soto introdujo otra problemática: “Hay clubes que no pueden elegir. Tienen lo que les llega y ese club coge lo que sobra a los demás: barrio más conflictivos, jugadores que no han elegido en otros sitios…”.

¿Quién paga los platos rotos?

“Hemos tenido un caso de una madre que empieza el partido, su hijo empieza de portero y sólo juega el primer cuarto. Para el tercero ya estaba insultando al entrenador. Le llamó doce veces hijo de p… y el árbitro paró el partido. ¿Qué haces? El chaval es un fenómeno y un ejemplo de comportamiento”, relató Javier Adán, comentando Sergio Martínez que ellos tuvieron un caso parecido hace años en Villamediana: “Agotamos las posibilidades como club. Hablas con la familia, das oportunidades y si es reiterativo, no te queda otra. Al final acaba pagando el niño”.

César Soto, sobre parar el partido como hizo su compañero si hay conflicto, según la normativa a criterio del colegiado, tiene una máxima: “Cuando me dicen que es a mi criterio, no lo hago, lo hago cuando me dicen que lo tengo que hacer porque sé que voy a estar respaldado”. “Una vez estaba pitando un femenino y me dijeron de todo: Soto, qué malo eres, no vas a llegar a nada. La propia hija le recriminaba al padre la acción. “Es mi padre, que es bobo perdido”, contó el árbitro, recordándole a Diego Azcona un caso similar: “Estaba en juveniles. Un jugador me dijo que no tuviera en cuenta lo que había hecho su padre. No era la perla del equipo y sabe que estás aguantando un menosprecio de su padre cuando no tiene razón. Dice mucho del chaval y poco del padre. Tenía 16 años”.

La pregunta del millón. ¿Cómo se le pone solución a este problema? “El club llega donde llega. Yo no puedo en un polideportivo decirle a alguien que abandone la instalación. Alguien con poder debería entrar, federación o comunidad. El club debe realizar la formación a niños, entrenadores y familias, pero se queda donde se queda”, apunto Sergio Martínez, mientras que Diego Azcona cree que es “cosa de todos: “El club en formación, que el árbitro pare el partido, que la federación ponga la sanción correspondiente… la suma de todos. Si se ve que los padres recriminan, el árbitro para… hay que hacerlo entre todos aislando a esas personas”.

“Los clubes no estamos concienciados porque si el jugador es muy bueno, hay más problema”, indicó Javier Adán, ya que todos (padres, jugadores, entrenadores, clubes…) quieren resultados. “Tenemos que estar por encima de las metas. Si yo tengo una meta de ganar 7.000 euros al mes si paso por encima de 3-4 cabezas, pues paso. ¿Cómo queremos cambiar en el fútbol si en la vida actuamos igual? Todo se resume en quedar el primero. El objetivo que era formar y educar pasa a ser el quedar primero. Podríamos cambiar el sistema de puntuación: un punto por ganar, pero el buen comportamiento pasa a valer tres puntos”, señaló César Soto.

¿Una mesa en la Federación Riojana de Fútbol?

“Tendríamos que hacer un trabajo entre todos los estamentos: educación para padres (charlas en los clubes sobre comportamientos), las federaciones deberían sancionar y no permitir jugar a los que han tenido los problemas. Y luego está la educación general, los colegios tienen mucho por hacer y por trabajar en formar a los alumnos en que el deporte es deporte”, concluyó el colegiado riojano, a lo que añadió Sergio Martínez que es “una lucha de los profesores, al igual que los entrenadores”, pero que el niño cuando sale por la puerta del colegio “te lo pueden tirar al traste en cinco minuto”.

“La tolerancia cero es imposible porque es imposible controlar a todos los que van al campo de fútbol. Hay que insistir en formación: colegios, instituciones y clubes. Carrera de fondo no, de ultrafondo. Si de una generación puedo sacar diez tontos menos, eso que ganamos. Y luego otros diez, otros diez… así entenderemos que el deporte es un instrumento educativo. La labor educativa prácticamente ni se ve. Sacamos un decálogo y te dicen que vaya chorrada, pero alguno cae. Al año siguiente otra vez. Y al siguiente, charlas. Es poco a poco”, finalizó Diego Azcona.

Javier Adán pidió más unión por parte de los clubes, ya que “no hay una asociación real”: “Si estuviéramos más unidos se podría señalar a quien se salta las reglas para que luego estuvieran sancionados por parte de las instituciones. Habría que ser rigurosos con el cumplimiento y necesitamos una mesa real donde sentarnos”. Sergio Martínez recogió el guante del coordinador del Comillas y señaló que “debería ser en sintonía con la FRF”: “Ojalá los clubes consigamos esa unión. Se le podría proponer a la FRF una mesa en la que estuviéramos todos los implicados y nos reuniéramos periódicamente para tratar estos asuntos. Hay que trabajar todos los colectivos, pero surge del núcleo familiar. La sociedad debe luchar contra esa educación”.

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