Bañada desde tiempos inmemoriales por el padre Ebro, la siempre leal ciudad de Logroño albergó una feria de muestras de maquinaria que sirve como elocuente ejemplo de la inventiva y la laboriosidad riojanas al servicio de la patria y de su Gloriosa Cruzada. Autoridades civiles, militares y eclesiásticas apreciaron la calidad y modernidad de pulidoras, fresadoras, embutidoras y, por supuesto, de herramientas destinadas a la elaboración del vino, verdadero oro líquido de la región.
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No-Do del 18 de octubre de 1943