La Rioja

Y yo prometo a los riojanos… ¡Vino gratis!

Desisto de escribir la carta a los Magos de Oriente, a pesar de que tengo más confianza en ellos que en todos los candidatos de la pasarela, los “magos electorales” [“Mago: Persona singularmente capacitada para el éxito en una actividad determinada”, según una de las acepciones del diccionario de la Academia], magos en hundimientos y expolio de contribuyentes, ojo.

Sí. Opto por leer en lugar de escribir: ya lo ven. Y elijo los libros por los colores de sus portadas; es un criterio. Habrá otros mejores, pero me traen al pairo porque con este voy que ardo. Harto que estoy de que la naturaleza me haya dotado de levitón negro por grillo: cuervos y urracas bien merecido lo tienen, pero yo, que os deleito con mi melodía vuestros apacibles atardeceres campestres…

A lo que voy. Elegí otro para el puente republicano, de colores blanco y picota, como el bonete que ya brilla en el San Lorenzo y el reserva mimado aguas abajo del Glera que allí nace.

“… este ardid de tiranos no puede conocerse mejor que por lo que Ciro hizo a los lidios, cuando conquisto Sardes, la capital de Lidia, y puso a su merced a su rey, Creso…”

Le llega noticia de que los sardos se han sublevado; los reduce…, y no queriendo entrar a saco en una ciudad tan bella, ni tener siempre la carga de sostener en ella una guarnición…, establece burdeles, tabernas y juegos públicos y hace publicar una orden para que sus habitantes los frecuenten. Esta guarnición le fue tan eficaz que ya no hubo de tomar la espada contra los lidios: estas pobres gentes, miserables, se entretuvieron en inventar todo tipo de juegos. Y tanto, que los latinos sacaron de ellos su vocablo, y lo que nosotros llamamos “pasatiempo”, ellos llamaban ludi, como si quisieran decir Lidia, ponía en lo que leí.

Y es que es astucia de tiranos embrutecer a sus súbditos… Y de casualidad, nada. ¡En política no existe!

Además, embrutecerse no es una obligación, así que allá cada cual.

“¡Pep, que tas ido por las ramas y del rioja en conserva, ni mu!”. El Chéspir, a lo suyo… [es lo que pasa con los neoconversos: cuando abrazan la fe verdadera ya no hay quien los pare… ¡Y encima british…! ¡pedazo de secante!].

Chéspir, escucha: “Los tiranos mostraban su generosidad repartiendo un cuarto de trigo, un azumbre de vino, un sextercio; y entonces era penoso oírles gritar: ¡Viva el Rey! Los muy zafios no se daban cuenta de que no hacían sino recuperar una parte de lo suyo, ni de que el tirano no les podría haber dado eso mismo que recuperaban si antes no se lo hubiera quitado a ellos mismos”.

Yo sostengo el envite… ¡Rioja reserva, gratis! A ver quien se pone exquisito.

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