Entrevista

“La pobreza ya no tiene perfiles, cada vez es más polivalente”

Juan Carlos Fernández, presidente del Banco de Alimentos de La Rioja.

Juan Carlos Fernández lleva apenas un mes al frente del Banco de Alimentos de La Rioja, pero su bagaje en el campo del voluntariado se remonta casi dos décadas atrás. Desde entonces la situación de pobreza en la comunidad ha cambiado radicalmente, pasando de unos usuarios con perfiles comunes a unos demandantes más polivalentes a los que un puesto de trabajo ya no les asegura un plato de comida.

– ¿Qué datos asustan más de esta realidad?

– El 6,7 por ciento de la población riojana vive con carencia material y social severa sin poder permitirse comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días, tal como refleja el Informe AROPE. El riesgo de pobreza, sin embargo, afecta a mucha más gente en la comunidad. A estas personas no les queda mas remedio que acudir a estas colas del hambre en las que nadie quiere estar, pero la pobreza obliga.

– ¿Cómo ha evolucionado esta problemática en La Rioja?

– Cada vez hay más pobreza y cada vez esta pobreza está más cronificada. Este segundo elemento es muy importante porque los últimos ratios de pobreza en España nos sitúan los terceros de la Unión Europea y a nivel nacional, aunque la Rioja no es la que está en peor situación, sí que el porcentaje que se le atribuye se ha cronificado y va en aumento año a año. Es decir, que son personas cuyas circunstancias deben cambiar mucho para que puedan salir de la pobreza. Circunstancias que no van a ir ligadas a un mayor desarrollo económico, sino que hay que establecer sistemas de protección social que afecten a ese porcentaje que roza el 7 por ciento de la población riojana.

– ¿Qué perfil destaca más entre los demandantes de ayuda?

– El problema es que ya no hay perfiles, sino que la pobreza cada vez es más polivalente. Nadie tiene que pensar que un beneficiario del Banco de Alimentos es una persona sin recursos, ya que está surgiendo un perfil nuevo en las diferentes ONG y que corresponde a trabajadores precaristas cuyos empleos no son de alta remuneración o prolongados en el tiempo, por lo que la categoría de trabajador pobre cada vez va ganando más importancia. Y de eso hay que tener conciencia. Además, las personas que demandan alimentos también demandan ayudas energéticas, para vivienda,…

– ¿La creciente demanda evoluciona a la par que la donación de alimentos?

– Para nada. Cada vez necesitamos más productos para atender a más gente. El año pasado fueron 10.885 personas beneficiarias, que confiamos que este año se mantendrán y no aumentará la cifra, mientras que se está reduciendo mucho el número de alimentos que se están donando. En 2019, en cambio, repartimos 147 kilos de comida a cada beneficiario y el año pasado esta cifra se redujo a 121 kilos, algo de lo que tiene gran culpa la inflación. Tenemos el problema que llamamos del 20-20-20, que responde a un 20 por ciento menos de donaciones, un 20 por ciento más de necesidades y un 20 por ciento de encarecimiento de los alimentos. Por contra, lo que sí aumenta es la dotación económica, en un 47 por ciento, lo que indica que cambian los perfiles de los donantes porque los jóvenes apuestan más por las herramientas de envío de dinero como Bizum en lugar de comprar alimentos y entregarlos al Banco.

– Ante esta situación, ¿qué retos tiene el voluntario?

– Cualquier persona que se acerque a prestar su voluntariado al Banco de Alimentos lo que tiene que pensar es que está contribuyendo a luchar contra la pobreza en La Rioja y, sobre todo, dar asistencia a personas con necesidades alimentarias. Lo que recibe de su tiempo y ayuda es retribución emocional, es decir, sentirse bien haciendo lo que uno tiene que hacer. Es importante que se perciba eso.

– ¿Y el perfil de este voluntario ha cambiado?

– Por tradición, el voluntario habitual del Banco de Alimentos ha sido una persona cercana a la tercera edad, jubilados o prejubilados que tienen más tiempo libre y entienden que una entidad como la nuestra puede cumplimentar una acción solidaria. Luego está el voluntario específico que nos ayuda en campañas concretas y ya aquí el perfil es más variopinto porque participan colegios, jóvenes y todo tipo de personas. En muchas acciones solidarias logramos reunir a más de un millar de voluntarios.

– Recientemente se refirió al firme objetivo del Banco de Alimentos que radica en que no existan personas que carezcan de algo tan fundamental como es una alimentación digna. ¿Está La Rioja lejos de alcanzar esta meta o va por la buena senda?

– Vamos por la senda, pero hay que concienciar sobre las necesidades alimentarias combatiéndolas a través del desperdicio porque solo el año pasado en España se desperdiciaron 66 kilos de alimentos por persona. No tiene sentido que en este país se tire comida mientras otras personas la necesitan, es una incongruencia. Hay que seguir luchando en este sentido porque si hay lucha, hay esperanza.

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