Educación

Diploma en mano: promesas, kilómetros y un matrimonio de por vida

EFE/Fernando Díaz

Sonrisas y lágrimas. Nervios y, sobre todo, mucho orgullo. El Palacio de Congresos y Auditorio de La Rioja, Riojaforum ha acogido las ceremonias de graduación de 772 estudiantes de UNIR que por fin han visto cumplido su sueño. Togas, vestidos y trajes de gala, recuerdos de cómo empezó todo y satisfacción de ver que a fuerza de constancia y algún que oro desvelo se ha alcanzado la meta propuesta.

Los primeros alumnos en recibir su diploma han sido los estudiantes de la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología (ESIT) y las Facultades de Ciencias de la Salud y Ciencias Sociales y Humanidades. Tras ellos, los egresados de las Facultades de Derecho y Empresa y Comunicación, y para finalizar, los estudiantes de la Facultad de Educación.

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Sin separarse de su hijo Antonio, Merche Martínez no pude contener la emoción. Se gradúa del Máster de Derecho Penal Económico, pero anteriormente había estudiado el Grado de Derecho, que sacó en dos años con media de sobresaliente, y un Máster de Abogacía.

Todo empezó gracias a su hijo, “él me dio toda la fuerza”. La historia de Merche no es fácil. Se divorció después de sufrir violencia de género y su hijo es víctima de violencia vicaria. Un horror que se vio acrecentado por la muerte de la madre de Merche. “Se sacan las fuerzas de donde no las hay, porque no queda otra opción”.

Fue el pequeño Antonio el que tras vivir aquella pesadilla le pidió a su madre que no consintiera que ningún menor tuviera que pasar por esa situación. “Me hizo prometerle que defendería hasta el último suspiro a todos los niños que vivían ese infierno”. Y una forma de hacerlo era desde el área penal. Así que Merche no se lo pensó dos veces, y más cuando, el abogado que defendió a su exmarido le dijo que jamás sería abogada, y menos penalista. 15 de junio de 2024, Merche Martínez es abogada y penalista.

“Y todo ha sido gracias a UNIR. Desde que descolgué por primera vez el teléfono, todas y cada una de las personas con las que he tratado han sido maravillosas. Yo tenía un plan de estudios en mi mente y, aunque pareciera una locura y más siendo mamá, me facilitaron mucho las cosas”.

Merche destaca la permanente ayuda del tutor o mentor “cuya figura es brutal. Siempre hay bajones de por medio, y ellos te ayudan a sacar lo mejor de ti y a ponerte todas las facilidades del mundo”.

Con el diploma en la mano, esta valiente de 41 años ya tiene puestas sus miras en el día 28 de junio, día en el que hará el examen de Estado para colegiarse. Y por si todos los grados y másteres que Merche ha cursado fueran pocos, en septiembre comenzará el de Criminología. Ah, “y el Doctorado llegará”.

Mientras vamos charlando, Antonio no deja de mirar a su madre. “Después de venir de lo más abajo, es un orgullo verla en el escenario recibiendo su diploma. Ahora ha llegado el momento de que florezca y que pueda presentarse en una sala para defender a las víctimas”. Este joven de 14 recuerda que “hemos pasado muy malos momentos y le hice que me prometiera que no permitiría que otros niños pasaran por lo que yo pasé, y aquí está”.

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Está terminando 1º de la ESO y ya se sabe el Código Penal de ‘pé a pá’, y es que tiene muy claro que en un futuro “quisiera ser magistrado titular de la Sala Segunda del Tribunal Supremo”. Ahí es nada. De seguir así y con el ejemplo que tiene en casa, madre e hijo serán en unos años uno de los mejores tándem defensores del país.

Estudiando en cuatro países

Xiomara Alejandra Figueroa ha viajado desde Murcia a Logroño para vivir en directo su graduación. Esa por la que tanto ha luchado y por la que su padre tanto insistió antes de fallecer. “‘No te quedes solo con la carrera. Trata te culminar tus estudios con una maestría’, me decía. Y hoy estaría muy orgulloso”. Junto a ella, su marido e hija para verla subir al escenario recogiendo el diploma que acredita su Máster en Sistemas Integrados de Gestión de la Prevención de Riesgos Laborales, la Calidad, el Medio Ambiente y la Responsabilidad Social Corporativa.

No ha sido fácil llegar hasta aquí. Esta ingeniera medio ambiental cursó la carrera en su Venezuela natal, pero por motivos laborales ha vivido en Chile, Colombia, Argentina, Perú y ahora España. “Todo empezó en Colombia. Mi marido, también ingeniero, me animó a especializarme y recién tuve a mi hija comencé en UNIR”.

Pero trabajar en obras es lo que tiene, “cada vez que finalizas una te trasladan a otro lugar”. Tocaba cambio de país, con lo que todo ello supone personal y burocráticamente, sin olvidarnos de criar a una hija recién nacida, “pero UNIR me ofreció la posibilidad de continuar con mis estudios sin tener que paralizarlos”.

Lo mismo pasó cuando tuvo que irse a Perú, Chile y Venezuela. En este último hubo más problemas, “porque la conexión a Internet es muy inestable”, sin embargo, de nuevo estuvo UNIR presente y “preocupándose porque yo no me viniera abajo, aconsejándome y dándome alternativas para no desmotivarme”. Le tocaba hacer los trabajos de madrugada, pero Xiomara no iba a descansar hasta ver cumplido su sueño -y el de sus padres-: hacer una maestría en España.

Y hoy, de la mano de su marido y su hija pisa con fuerza el Palacio de Congresos logroñés demostrando que si se quiere, se pude.

Un matrimonio que vale oro

Con su toga puesta y corriendo de aquí para allá está Roberto Alfaro. Llega a Logroño para recoger su diploma en Comunicación, y en cuanto lo tenga volverá a Madrid para seguir trabajando y estudiando.

Porque para este alumno de 48 años aquí no se queda la cosa. A sus espaldas ‘tropecientos’ cursos de Guión y Dirección de cine , un Grado en Realización y la experiencia de haber trabajado hace unos años como profesor en UNIR. Y ahora, graduado en Comunicación, que a su vez lo compagina con el Máster de Guión, sin olvidar que en septiembre comenzará en la Escuela de Idiomas en esta misma universidad.

“Mi relación con UNIR es la de un matrimonio perfecto. Me da organización, visibilidad, el caché de haber estudiado y trabajado aquí, la conciliación que necesito… Soy divorciado con dos hijos y eso requiere de mucha planificación, pero UNIR me da el acompañamiento que necesito. Es una auténtica red de seguridad donde siempre vas a tener un sí por respuesta y donde continuamente se rema a tu favor. UNIR es oro puro”.

Cuando tenía 18 años dejó la universidad “porque era totalmente inmaduro y solo quería hacer películas”. Su padre le insistió en terminar sus estudios, pero sus ruegos fueron en vano. Con el paso del tiempo se dio cuenta de que tenía toda la razón del mundo y con 44 años, justo cuando falleció su padre de alzheimer se puso manos a la obra con el Grado. “Quizá tarde, pero al final le hice caso”.

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