Cultura y Sociedad

Ignacio Faulín: “Iberpop sigue sonando muy bien en 2024”

Ignacio Faulín ‘resucita’ el festival que trajo la modernidad a La Rioja

Vuelve Iberpop. Con él llegó el escándalo, después de que un mojigato presidente del Tribunal Tutelar de Menores denunciara el cartel de su primera edición por “incitar a la homosexualidad”. Así era Logroño en el 83: sin universidad, sin teatro (el Bretón se había consumido entre las llamas en 1979), sin casi nada. Un páramo. Y con él -y con su creador, Ignacio Faulín- llegó también la modernidad a aquella ciudad.

– ¿Exagero?

– No, claro que hicimos una labor. Lo que se había hecho en aquellos primeros años 80 en La Rioja era muy poco, y con grupos modernos prácticamente casi nada: habían venido el año anterior Los Secretos y tal, pero todo en fiestas en San Mateo, alguna cosa en San Bernabé, y casi para de contar.

– ¿Cómo se le ocurrió la idea de Iberpop y, sobre todo, cómo consiguió el apoyo y la finaciación públicos?

– Pues parece una locura. Yo tenía 21 años en el verano del 83, era estudiante de Periodismo en la Universidad del País Vasco, y abordé al consejero de Cultura de la época (acababan de celebrarse las primeras elecciones autonómicas), José Ignacio Pérez, y le comenté la posibilidad de hacer unas jornadas alrededor del pop. En la primera entrevista me escuchó; la segunda vez me dijo que adelante. Yo no conocía entonces el funcionamiento de la Administración ni había contratado nunca un artista vamos a llamarlo profesional, y con 2.200.000 pesetas hicimos cuatro conciertos (Dinarama con Alaska, Nacha Pop, La Mode y Danza Invisible), que no estaban mal: dos noches en el Polideportivo Las Gaunas. También se programaron tres conferencias con gente de la época que tenía su peso en la música, como Carlos Tena y Diego Manrique, y un par de películas.

– La denuncia del Tribunal Tutelar de Menores puso al festival en el mapa antes de arrancar…

– El escándalo del Tribunal en cierto modo le vino bien al nuevo festival, porque salió en la única televisión que teníamos entonces, en todos los periódicos, radios, etcétera. Pero en ediciones posteriores eso lo empezamos a cuidar muy bien, pues salía en los telediarios y empezamos a vender el tema como una cita anual del pop.

– Aun así, la respuesta fue minoritaria: creo que al primer concierto apenas acudimos seiscientas personas.

– Seiscientas y pico el primer día y unas mil el segundo. Todo ese tipo de propuestas eran minoritarias también fuera de aquí. Cuando nosotros comenzamos en 1984 los festivales no estaban de moda. A finales de los 70 hubo una época de tardohippismo en la que se habían celebrado muchos festivales, pero cuando llega la Nueva Ola se hizo como tabla rasa, y aunque coexisten los grupos de pop con el heavy y otros estilos, de pronto ese tipo de festivales no existen. Cuando comenzamos nosotros era un acontecimiento peculiar en la España de la época y lo fue más todavía cuando las ediciones se fueron sucediendo y el festival siguió creciendo, porque tienen bastante repercusión exterior comparada con la que La Rioja había generado tradicionalmente en cuanto a acontecimientos culturales.
Además, para lo que después ha sido la Movida, el 84 fue un año importante, porque después de la primera edición de Iberpop sale ‘La ley del desierto / La ley del mar’, de Radio Futura, que les empieza a colocar como un grupo importante, o ‘Deseo carnal’, de Dinarama; hasta entonces todo eso se estaba moviendo en un nivel minoritario, la Nueva Ola madrileña y algunos grupos de otras ciudades no habían tenido un éxito general.

– Programarlo después de Año Nuevo, cuando no había nada en ninguna parte, también fue un acierto.

– Fue un tema absolutamente nada meditado: a mí me dio el visto bueno José Ignacio Pérez a finales de septiembre de 1983 y desde la Administración se dijo que sería mejor hacerlo con presupuesto del año siguiente, y las fechas más próximas eran las de principios de año. Entonces, así se hizo, se celebró entre el 5 y el 8 de enero del año 84.

– Con el éxito del festival, ¿empezó a interesar más la cantidad que la calidad?

– Yo creo que siempre traje lo que a mí me ha gustado. Está claro que hay que adecuar los recintos al tirón del artista, aunque esto no es una ciencia exacta y y la equivocación siempre está a la vuelta de la esquina, pero nosotros traíamos artistas mayoritarios, más conocidos, y después también teníamos otros espacios para propuestas más interesantes, más vanguardistas, más modernas, más de descubrir cosas. Pero yo creo que la clave se basaba sobre todo en que el público respondiera y que tuviera repercusión.

– ¿Por qué rompe con el Gobierno y desaparece Iberpop (para dar paso a Actual)?

– Porque en un momento dado el consejero de la época, Miguel Ángel Ropero, no creía en mí. En el otoño del 90 la impresión que tengo es que quería prescindir de mí. Noto que no hay interés en que yo siga. Yo tenía registrada la marca desde la tercera edición y no había tampoco ninguna voluntad de llegar a un acuerdo digamos mínimamente satisfactorio: querían que yo les cediera la marca y pagarme una cantidad muy baja para una nueva edición. En ese momento fue un tema bastante duro.

– Y se lleva Iberpop a Madrid.

– Hicimos una edición en Madrid, donde ni teníamos los medios necesarios ni teníamos nada, y entonces el asunto pues no, no salió como queríamos, y lo dejamos estar.

– Hasta ahora, que decide ‘resucitarlo’. Más de treinta años y decenas de festivales por toda España después, ¿qué sentido tiene?

– No volví a explotar el nombre hasta que algunos colaboradores me dijeron: ‘¿Por qué no utilizas Iberpop como marca comercial y tal?’, pero había sido una ruptura un poco ruidosa y tenía reticencias. aunque al final empecé a usarlo para algunas producciones. El caso es que de pronto descubrí que habían pasado muchos años, que si en aquellos tiempos nosotros éramos los más jóvenes ahora somos los más mayores. Así que decidimos salir en junio (este sábado, en la plaza de toros de La Ribera) con Iber Rock, centrado en el rock duro y con la intención de que tenga continuidad, y la idea de recuperar un festival que se llame Iberpop y que tenemos previsto celebrar en octubre. Tiene un sentido total, porque como se puede imaginar yo le he dado vueltas a este asunto y no puedo hacer un festival como el que hacía entonces ni tampoco algo que ya estén haciendo en otros sitios: no voy a ponerme a hacer otro festival indie o de estilos urbanos. No puedo entrar en detalles, pero vamos a rendir un homenaje a la música española, en una línea historicista y de leyenda: tiene que ser algo que haga honor al nombre, y a mí Iberpop me sigue pareciendo que en 2024 sigue sonando muy bien.

– ¿Cómo ha cambiado la actividad cultural en La Rioja en estos cuarenta años transcurridos desde aquel primer Iberpop?

– Es una comunidad que tiene mucha vida, y pienso que eso se puede decir bastante alto, a todos los niveles, no solamente musical.

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