Ganadería

De materia prima a subproducto: la lana que no abriga al pastor

Para la lana común, han pasado de los 55 céntimos en 2019 a apenas un céntimo

“Es uno de los mejores años de producción de lana de los últimos quince. Las ovejas están muy bien porque ha venido buen otoño y buen invierno, con una primavera que también está acompañando”. Así que el ganado tiene buen peso y la lana, una buena calidad. Así lo remarca César Clavijo, esquilador y pastor de Lardero. Pero el problema ya no es una novedad. El precio ya es meramente una cifra simbólica que reflejar en las facturas.

Desde la pandemia, el declive ha sido continuo. Si en 2019 la lana merina rondaban los 2 euros/kilo, en 2020 ya estaba a 40 céntimos. Para la lana común, donde los precios son más bajos, estos han pasado de los 55 céntimos en 2019 a apenas valer un céntimo durante la campaña pasada. “Y esta cifra la ponen de manera testimonial porque algo habrá que registrar en la factura y que figure así que se ha vendido el producto”, apunta Clavijo, “pero con estos precios estamos hablando de que a un ganadero con mil ovejas se les están pagando 10 euros”.

Por contra, el coste que supone para el pastor esquilar al rebaño varía en función de los esquiladores, siendo 1,40 euros el precio que cobra la cuadrilla del de Lardeo por oveja esquilada. “Así que echa cuentas. Hace unos doce años el kilo de lana rondaba los 70 céntimos y con eso casi que pagabas el esquileo, pero ahora… La lana ha pasado de ser una materia prima de primera calidad en sus buenos tiempos a considerarse ahora un subproducto”.

Clavijo está en plena temporada de esquila, prácticamente a mitad de campaña y calcula que esta se prolongará hasta mediados de julio. Un año más, continúa con su cuadrilla de cuatro recorriendo diferentes explotaciones para, colgarse de las cinchas, y arrancar las máquinas. Antes aún quedaba otra cuadrilla de esquiladores en Cornago, pero ahora la de César es la única de la región. Más allá de su tierra, recorren rebaños de Soria, Guadalajara, Burgos, Navarra y alguno en Aragón.

A pesar de la competencia que existe con las cuadrillas de esquiladores que llegan de fuera, asegura que su clientela se mantiene fiel, aunque cada vez se va mermando más. “Antes empezábamos a mediados de marzo y ahora lo hacemos un mes más tarde. Poco a poco se va jubilando la gente y vende las ovejas, aunque por suerte va saliendo algún ganadero nuevo, pero el relevo generacional es prácticamente nulo. De aquellos ganaderos para los que esquilaba cuando empecé en esto igual ya solo quedan unos 3 o 4”.

Almacenes saturados

Desde la irrupción de la viruela ovina en España en septiembre de 2022, las puertas de China permanecen cerradas para la lana nacional. Este subproducto tenía al gigante asiático como principal comprador, pero desde entonces las toneladas de lana se acumulan en España con unos laneros saturados que no pueden darle salida a los escasos lavaderos que hay en España. Jesús Ruiz, en Ágreda (Soria), es uno de ellos. Se encarga de recoger la lana de los pastores riojanos, pero lamenta reconocer que este año “igual no es posible coger toda”.

Tiene lana acumulada en sus almacenes desde 2021, mientras que antes de 2019 recuerda que sin acabar el año ya no le quedaba nada de lana. “Antes se vendía también lana sucia, pero ahora solo se le puede dar salida si es junto a lana lavada, así que hay que recurrir sí o sí a los lavaderos y aquí en España ya quedan muy pocos, apenas dos o tres, a los que les podemos vender, aunque la mayoría de lana va a parar a Portugal, desde donde sí se puede acceder al mercado chino”, explica.

Ruiz tiene todos los almacenes llenos, los propios y los alquilados. “Así que o alquilo más naves o tengo que coger menos lana”, asegura, garantizando eso sí la tarea para los clientes de siempre. “En La Rioja no están tan mal, pero en Aragón tienen millones de kilos de lana acumulada y no solo los laneros. El problema es que no se puede tirar a cualquier sitio porque por ley ha de ir a parar a un centro autorizado. Sin embargo, no ponen facilidades para los ganaderos para que cumplan con esta norma. Además, para revertir el problema de la falta de demanda de lana se podrían plantear otros usos alternativos como destinarla para hacer abono”, añade.

En esta asunto, asegura Clavijo, tienen gran responsabilidad las administraciones: “Debería preocuparse más por el sector de la ganadería y fomentar que se recuperen los lavaderos de lana y que este se aun producto viable. En España antes había casi veinte lavaderos y el de Logroño era de los más importantes de la zona norte, mientras que ahora la mayoría tiene que recurrir al país vecino. Si el Gobierno quisiera ayudar a este sector, todo iría mejor”.

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