TRIBUNA

Partido de ida y partido de vuelta

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

El pasado 24 de abril el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, anunció en una carta a la ciudadanía que tenía dudas sobre si le valía la pena seguir en su cargo habida cuenta de la situación generada con la apertura de diligencias por parte de un juez en base la denuncia presentada por el sindicato ‘Manos Limpias’, sobre las cartas de recomendación firmadas por la mujer del presidente, Begoña Gómez. Tras los cinco días de reflexión decidió que valía la pena seguir.

Indudablemente el país se tensionó y el PSOE aún más ante un anuncio sin precedentes. Tras estos días en los que los demás hemos podido reflexionar con más sosiego se pueden extraer algunas conclusiones de lo sucedido y sus repercusiones.

A aquellos que manifestaron durante esos cinco días de reflexión que Pedro Sánchez no iba a dimitir y que todo se trataba de un movimiento estratégico con las elecciones catalanas y europeas en el punto de mira les reafirma en sus convicciones. Es difícil contraponer un antídoto eficaz a ese mensaje, ya que como el propio presidente ha dicho, fueron las manifestaciones de apoyo las que le convencieron de su continuidad, y esas manifestaciones, si intentamos verlo con cierto nivel de desapasionamiento, no podemos decir que fueran masivas. Creo además que esa argumentación tiene otro flanco débil que imagino se habrá valorado ya que le da a una manifestación una capacidad casi taumatúrgica, que el PP, en un ejercicio de confrontación total, aprovecha para convocar manifestaciones antigubernamentales. Sin duda se pondrán los asistentes en una balanza, y claro, si un número ha sido suficiente para continuar otros esgrimirán que si consiguen aglutinar un número mayor puede ser motivo para su salida. Y lo cierto es que no, ninguna manifestación debiera pesar en la continuidad o la salida de un presidente del gobierno.

¿Ha servido todo esto para realizar una reflexión general en torno a la crispación política? Por lo visto en el conjunto de fuerzas políticas yo diría que no. Hablaba hace un momento sobre cómo se pondrán en la balanza a asistentes a manifestaciones y con este asunto sucede lo mismo. Todos podemos poner en la balanza quien es más responsable de la situación de polarización, pero sin una asunción de una parte de la responsabilidad y no depositándola toda en el adversario es imposible empezar a solucionar este problema. Nadie ha hecho ese ejercicio, de hecho, excepto honrosas excepciones de algún presidente autonómico, nadie parece querer hacerlo. Salimos de este proceso más polarizados, tirándonos a la cabeza democracia y libertad como si fueran armas arrojadizas y no valores que hay que cuidar. Sin una distensión que solo puede salir de un acuerdo PSOE-PP sobre algunos asuntos, no parece el mejor momento para una agenda de cambios legales de regeneración como la anunciada.

Pasado el momento de shock inicial, se aprecia como arrecian las críticas de algunos de los socios de investidura. Es cierto que estamos a unos días de las elecciones en Cataluña y a un mes de las elecciones europeas, pero se aprecian muchas tensiones con ERC, Junts e incluso con Sumar, que pueden ir a más a medida que esa agenda de reformas regeneradoras avance y alguno de ellos quiera manifestar su descontento que desde aquí anuncio que se producirá. Todo esto sin contar con lo que se nos diga desde las instituciones europeas sobre alguno de esos asuntos.

Dejo para el final lo acontecido dentro del PSOE. Sin duda que Pedro Sánchez debe estar afectado por todo lo que está sucediendo, pero personalmente ni encontraba entonces motivo para que se fuera con esa apertura de diligencias judiciales, que muy probablemente quedará en nada, ni he entendido muy bien los motivos para quedarse. Pedro Sánchez cuenta con un gran respaldo de las bases del PSOE, a mi juicio no era necesario tensionar así al partido. Hay que ser cuidadoso con las emociones. En política las hay como en cualquier aspecto de la vida, pero en democracia la razón debe estar por encima de la pasión. Tampoco he entendido, si las cosas son como parecen, que nadie de su entorno de mayor confianza supiera nada ni del envío de la carta ni de su anuncio de permanecer. La política es cuestión de equipos y parece que aquí el equipo del presidente no ha estado presente ni en el partido de ida ni en el de vuelta. No parece la mejor manera de fortalecer un proyecto el no contar con tu gente de confianza para algo tan relevante.

No sabemos cómo afectará esta situación a las próximas contiendas electorales, especialmente a las europeas, que son un buen termómetro de la situación política del país, por aquello de la circunscripción única. Como tantas veces, la participación será fundamental, y dada la polarización se puede augurar una participación alta para unas elecciones al parlamento europeo que no son las más movilizadoras. Mi reflexión como militante del PSOE, y creo que es una reflexión que todos debiéramos hacer, es que si tenemos en cuenta la buena situación económica del país creciendo más que ninguna de las grandes economías del euro, teniendo cifras récord de afiliación a la seguridad social y habiendo demostrado el gobierno una exitosa gestión de la crisis económica provocada por la pandemia ¿cómo es posible que con esa hoja de servicios hayamos perdido todas las elecciones de ámbito nacional?¿Y cómo es posible que las encuestas auguren otra derrota en las elecciones europeas? Esta es la pregunta que creo que no nos hemos hecho los socialistas: ¿que ha llevado a los españoles a retirarnos una parte importante de la confianza que nos dieron en 2019?

PD. Como en las viejas cartas me remito a la posdata para hacer dos apuntes para los más aficionados a la demoscopia. En primer lugar, la encuesta flash del CIS ni la tengo en cuenta (debe ser tara de politólogo) y en segundo lugar, todo indica que el PSC ganará en Cataluña; espero que nadie cometa el error de achacar esa victoria a la actual posición sobre la amnistía ya que el 23 de julio del pasado año obtuvo una amplia victoria en las elecciones generales en Cataluña con un mensaje de total oposición a dicha amnistía.

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