El moderno aeródromo civil Teógenes Ortego, que se extendía en la explanada del actual Camino Cordonero de la vecina localidad de Lardero, aliviaba de forma significativa el intenso tráfico aéreo de los aeropuertos de Bilbao y Soria y se beneficiaba de las entonces fluidas comunicaciones por tren con las que estaba dotada la capital riojana.
Como contrapartida, las emisiones de altísimo nivel tóxico de los motores jet arruinaron por completo la cosecha de cereza y melocotón de dos años consecutivos, lo que provocó numerosas y violentas algaradas de agricultores que, al grito de cagonlaós, destrozaron la pista con sus aladros y brabanes y desmontaron a pico y pala el resto de las etéreas instalaciones.
