Firmas

La hora de la política

La Rioja se sumó a los vientos de cambio que, si bien no suponen la sepultura de los dos principales fuerzas políticas nacionales (ambas suman la mitad de las papeletas depositadas ayer en las urnas), sí ponen coto a la hegemonía ejercida por Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español en la política española durante más de tres décadas. Esta “segunda transición”, aupada en buena medida sobre el voto de las generaciones posteriores a 1978, sin duda tendrá su colofón en las elecciones generales previstas para final de año.

Aunque el PP continúa siendo el partido más votado en nuestra comunidad, la pérdida de la mayoría absoluta con la que ha gobernado la región durante las cinco últimas legislaturas representa un cambio sustancial en la Administración riojana. Pedro Sanz, que vinculó su continuidad a la formación de un “gobierno estable”, no podrá ahora sustentar esa solidez en el control absoluto del Legislativo, como ha ocurrido en los últimos veinte años, sino que ha de recurrir al diálogo, la negociación y el pacto si es que desea continuar al timón del Gobierno autonómico.

La gestión de Sanz ha sido premiada repetidamente por los riojanos, y los datos socioeconómicos en nuestra Comunidad así la avalan. Los escándalos de corrupción que carcomen al PP apenas han salpicado tangencialmente a su organización en La Rioja, de ahí que el “castigo” -pese a perder medio centenar de concejales y cinco escaños del Parlamento respecto a los comicios de 2011- pueda haber sido aquí algo menor que en otras latitudes del país. Pero la democracia no consiste sólo en votar cada cierto tiempo a nuestros gobernantes: la alternancia, la separación de poderes y el respeto a las minorías son cualidades intrínsecas de la misma. Si la política es “arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados”, Sanz tendrá que renunciar a buena parte de doctrina y opiniones propias y recurrir a sus mejores artes para hacer buena la sentencia de Bossuet y transformarla en “un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir”.

Otro tanto ocurre en el Ayuntamiento de Logroño, donde Cuca Gamarra también pierde la mayoría absoluta, así como en los principales municipios riojanos (sólo en Alfaro mantienen los populares un dominio sin fisuras). Como es lógico, esta nueva configuración de la política local no atañe únicamente al partido en el poder: los otros grupos también están obligados a jugar sus mejores cartas para encontrar acomodo en esta nueva situación. Los socialistas, para demostrar si son todavía una alternativa de gobierno. Los regionalistas, para volver a ejercer su condición de partido bisagra o verse condenados a una lenta desaparición. Ciudadanos, para salir de esa indefinición ideológica en la que se han movido con comodidad todo este tiempo y “remangarse” en las tareas de la “res pública”. La izquierda y sus “multi-marcas”, para demostrar si son algo más que el canal donde se expresa el desencanto ante la política tradicional y en verdad encarna la regeneración de nuestra vida civil.

A todos ellos, en esta trascendental hora de la política, no está de más recordarles las palabras de Winston Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Pues son estadistas, más que políticos, lo que hoy reclama la ciudadanía.

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