El Rioja

Paso firme en femenino para la revolución vitícola

Paso firme en femenino para la revolución vitícola: Irene Bonilla, Magda Clavijo, Isabel Prusén y Marta Martínez

De izquierda a derecha, Isabel Prusén, Marta Martínez, Irene Bonilla y Magda Clavijo. | Fotos: Leire Díez

Se sientan alrededor de una amplia mesa de madera cuatro mujeres de campo y de vino. Tras los ventanales, un mar de cepas ya podadas que se dirigen hacia el meandro del río Ebro y, más a lo lejos, El Cortijo vigilando desde lo alto. Irene Bonilla, Magda Clavijo, Isabel Prusén y Marta Martínez amarran el timón, cada vez más pesado, de la gestión vitícola del Grupo CVNE y lo hacen desde la bodega estilo ‘chateaû’ de Viñedos del Contino que guarda todos los archivos de campo. Ellas son la parte técnica, la figura que valora, plantea y diseña para ordenar su ejecución. Ellas forman parte de la revolución de una viticultura más precisa, más concienciada, más atendida y cuidada. Una viticultura que vive ahora un periodo de efervescencia alzándose como el pilar clave con el que ha de contar todo proyecto vinícola. Y ellas son quienes manejan su timón.

“Orgullosas sí, y mucho, pero agotadas también”, ríen al unísono. El punto de inflexión se dio en 2014 con la llegada de Irene al cargo de responsable de Viticultura del Grupo CVNE para dejar atrás un “equipo clásico con el que se hacía una gestión más básica del campo”. A partir de ese momento, en los siguientes cuatro años, se fue forjando a su alrededor un entramado de “mujeres ambiciosas y muy exigentes consigo mismas” enfocadas en sacar a relucir más la calidad de esa materia prima con más análisis y control en campo. Un equipo cien por cien femenino que ha demostrado su valía a pie de tierra, aunque las estadísticas no les acompañen.

Y es que, en cosa de cifras, la enología le lleva la delantera a la viticultura. Mientras que los equipos técnicos de bodega han evolucionado hacia perfiles más femeninos en el último siglo, los puestos de técnico o responsable de campo han estado, y están, mayormente ocupados por hombres. “Y en casos se trata de un equipo mixto formado por hombre y mujer, así que lo que se ve aquí en Contino con todo mujeres al frente de la gestión de la viticultura, ya no de una bodega en sí, sino de un grupo al completo, es inusual”, apunta Irene, que lamenta haberse acostumbrado a ser el único o de las pocos rostros femeninos que acuden a jornadas o encuentros sobre viticultura, “porque la mayoría de veces solo hay hombres”.

Son unas 500 hectáreas en propiedad distribuidas en tres denominaciones (Rioja, Valdeorras y Ribera del Duero) las que gestionan, junto a cerca de dos millares más que forman parte de los proveedores. “Y es una locura gestionar todo, aunque tengamos luego nuestras cuadrillas fijas y eventuales para desarrollar las campañas de poda, espergura y vendimia. Es difícil porque abarcamos un abanico muy variado de formas posibles de gestionar el viñedo: vendimiamos a máquina, con remolques, con cajas y palots, todo en función de tipo de vino resultante que queramos elaborar. Porque hacemos de todo y, además, con muchas variedades de uva que permiten aprender de una forma más amplia, algo que no te puede dar otra bodega”, explica la responsable del equipo.

Y todo medido al milímetro, pero para que no quede ni un cabo suelto la conexión y el compromiso que existe entre todas es cosa obligada. “A veces solo nos entendemos entre nosotras, pero nos entendemos”, señala Magda y le lanza una mirada de complicidad a Irene. “Y es por eso que es tan fácil trabajar así, aunque a veces las circunstancias sean difíciles o de estrés”, asegura Marta, que junto a Magda son las más presentes en la gestión a pie de campo “aunque una es más de ejecutar y la otra de pensar”. Marta se encargan más de gestionar los asuntos relacionados con los tratamientos fitosanitarios, la fenología y la elaboración de los cuadernos de campo, mientras que Magda lleva todo el tema de personal y maquinaria e Isabel gestiona toda la organización de los proveedores. “Y todo con reuniones periódicas para sentarnos todas juntas y valorar cómo vamos a afrontar nuevas decisiones o nuevas campañas”, apunta Irene.

El cambio de mandos en la gestión de la viticultura del grupo CVNE ha implicado un mayor control también para los proveedores de uva, “algo que a lo que a algunos les ha costado acostumbrarse, pero la mayoría han entendido esa mayor exigencia”. Antes en vendimias se contrataba a una persona y ahora el equipo cuenta con cuatro porque “se visitan una a una todas las viñas de los proveedores” para controlar mejor la uva que entra en bodega para marcar su recorrido desde que está en la cepa hasta que sale de la bodega. “Tenemos todas las parcelas de los proveedores digitalizadas con mapas y hacemos visitas continuas a las diferentes zonas para hacer una caracterización de esa viña y estar pendientes de su evolución”, apunta Isabel. Y en ese afán por darle al campo el valor que merece el grupo vitivinícola va sumando nuevas hectáreas a su explotación en propiedad que el equipo en femenino afronta como nuevos retos en su labor de llevar la viticultura al más alto nivel de exigencia.

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