Bodegas Vallobera está de celebración, una vez más. La firma de Laguardia ha logrado con su Caudalia de Vallobera 2020 el reconocimiento al mejor blanco de Rioja en los prestigiosos Decanter World Wine Awards. Este monovarietal de tempranillo blanco es un vino de parcela creado para poner en valor tanto la variedad como el origen en el centro de la elaboración de un vino de guarda excepcional. Un premio que se suma al recibido por su Vallobera Graciano, con el que consiguieron los mejores resultados para una variedad compleja de elaborar.
Caudalia de Vallobera procede de una parcela plantada en Elvillar de Álava a una altitud de 680 metros y que se ha trabajado con la vista puesta en darle protagonismo a una
variedad con gran capacidad de envejecimiento, que gana con el tiempo, y que se ha convertido en la gran protagonista de este vino. Representa así el mejor ejemplo de vinos de parcela de esta bodega y que se une a Finca Vallobera, Terrán, Vallobera Graciano y Pensando en ti.
El reconocimiento al trabajo del enólogo y propietario de la firma, Javier San Pedro, también ha llegado por parte de destacados profesionales como es el Master of Wine Fernando Mora, quien destacaba recientemente el «excelente momento de consumo en el que se encuentra la añada 2020 de Caudalia».
Tras la consolidación de su Vallobera Crianza y el éxito de su semidulce El Marido de mi amiga, Vallobera sigue su apuesta por un blanco con personalidad, fruto de la tierra y de su origen, elaborado a partir de mosto corazón. Fermenta en barricas de 500 litros, donde envejece durante once meses sobre sus lías finas, con un batonage cada tres o cuatro días para obtener esta elaboración en la que el protagonista es la uva y también el viticultor, que sabe esperar hasta el momento exacto de vendimia para poder obtener las características que permitirán obtener un blanco con personalidad y con gran capacidad de guarda.
De la ficha de cata se extraen notas como ese color amarillo, pajizo y pálido. «Con una nariz compleja, se aprecia la fruta cítrica madura del tempranillo blanco y los fondos florales que dan paso a los anisados y pan tostado del paso del tiempo. En boca encontramos un vino sabroso y largo, pero al mismo tiempo vivo, lo que lo convierte en un
compañero perfecto para los pescados más grasos, paellas o carnes, convirtiéndose en una perfecta alternativa al tinto más clásico», describen desde la bodega.
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