Un tal ‘invevible’, con ene y uve, fue el encargado de descorchar la feria de San Mateo. El tal ‘invevible’ era un toro joven. Demasiado joven. Cumplía en este mes de septiembre los cuatro años y, por lo tanto, podría haberse lidiado también en la feria matea de 2026. Dos años más tarde, sí, aunque ya no sé si con el mismo nombre en el programa. Que lo lógico sería que no, porque los toros de Zalduendo se han ganado, una vez más, no volver a Logroño.
Del flojo, descastado y desclasado encierro sólo se salvó el último tercio del que hizo segundo. De nombre ‘Sisón’, la astilla que colgaba de su pitón derecho al salir de los chiqueros encendió las alarmas de la integridad. No fijeza ni pujanza en el caballo, pero eso sí, llegó a la muleta con transmisión embistiendo por el derecho y con profundidad, hondura y temple al hacerlo por el izquierdo.
Planteó Luque un inicio de faena exigente toreando en redondo y en los remates de estas primeras series aquel pitón izquierdo empezaba a dejar patente su cara clase y su fabuloso son. Sin embargo, la obra no terminó de alcanzar vuelo hasta un epílogo por luquecinas que brotaron entre atropelladas y no muy reunidas.
La espada cayó trasera y baja y, pese a todo ello, se le pidieron dos trofeos que el palco, con buen criterio decidió dejar en uno.
Brusco y protestón, de mejores inicios que finales y amenazando casi siempre con la huida resultó el quinto, que llegó con pies a la muleta y regalando más de un extraño en sus acometidas. Una serie, aprovechando los viajes y las inercias, sirvió para que sonara la música y, en conjunto, aquello que hizo Luque pareciera más de lo que realmente fue.
Rajado el toro por completo, Luque terminó cuadrándolo en los medios y allí fue donde pinchó. Lo mejor de Luque llegó en este toro y también en su tarde fue su saludo con el capote, tan suave, tan mecido y siempre ganando terreno hasta el remate en los mismos medios.
Era Borja Jiménez uno de los atractivos del cartel. Pero el sevillano nunca encontró el toro a modo de su toreo, que es el que va y viene y vuelve a ir y venir. Su primero pareció lesionarse en un fuerte volatín y llegó muy parado a la muleta. Fue este toro el que más se había empleado hasta el momento en el caballo. Tuvo cierta clase por el derecho y fue malo por el izquierdo; sin fuerza por ningún pitón e inválido por ambos.
Tampoco se movió todo lo necesario el que cerró plaza. Un desarme afeó el inicio del trasteo de Borja Jiménez que casi nunca logró acoplarse a su enemigo.
Sin pena ni gloria pasó Perera hoy por Logroño. Siempre tan despegado y como tan ausente. Tampoco es que su lote, tan flojo y descastado, trajera posibilidad alguna.
La ficha:
Plaza de toros de La Ribera. Primera de abono. Media plaza.
Toros de Zalduendo, correctos de presentación, flojos, descastados y sin clase. El mejor fue el segundo, noble y de extraordinario son en la muleta.
Miguel Ángel Perera: silencio y silencio.
Daniel Luque: oreja y ovación.
Borja Jiménez: silencio en ambos
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