El ambiente que se respira estos días en Haro dista mucho de la algarabía propia de una ciudad volcada con las fiestas de la Virgen de la Vega. El programa oficial de actos no se ha visto alterado desde el pasado jueves, aunque no hay conversación en la que no surja el suceso que estremeció a la Capital del Rioja el pasado sábado.
El asesinato de Felipe -conocido popularmente como ‘el Caganidos’- mantiene a la ciudad en vilo mientras las labores policiales siguen su curso. Sin prisa pero sin pausa. La Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil sigue buscando hilos de los que tirar para dar con el autor o los autores del crimen perpetrado el pasado sábado. Los equipos de Criminalística siguen peinando cada rincón de la vivienda de la víctima (en el séptimo piso del número 2 de la calle Italia, junto a los Jardines de la Vega) en busca de vestigios que permitan completar el puzle y dirigir las actuaciones hacia las primeras detenciones por esta causa.
Los investigadores también confían en que los resultados de la autopsia practicada al cadáver en el Instituto de Medicina Legal de La Rioja puedan arrojar resultados relevantes acerca del perfil de los responsables del crimen.
Mientras tanto, la Guardia Civil guarda un escrupuloso celo -acogiéndose al secreto de sumario decretado por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Haro- acerca del rumbo que siguen las investigaciones. «No descartamos nada«, explican desde el Instituto Armado, limitándose a confirmar el hallazgo del cadáver en la vivienda a eso de las dos de la tarde del sábado, pero sin precisar ni tan siquiera el método empleado para dar muerte a Felipe.
Las horas previas al asesinato
Ese silencio administrativo contrasta con las hipótesis que galopan libremente por los mentideros de la ciudad. La víctima (de 61 años) era muy conocida en la ciudad y su estilo de vida -se le ha vinculado durante décadas al menudeo en la capital riojalteña- lleva a los vecinos a sospechar que su muerte está directamente relacionada con el tráfico de estupefacientes. Algunos sostienen que fue víctima de un ajuste de cuentas y hay quien señala que una ‘disputa por el mercado’ derivó en el crimen de la calle Italia.
Todas las fuentes consultadas por este medio apuntan a una muerte violenta, que se habría producido tras una encendida discusión en el interior del domicilio, sin que esté clara la naturaleza del asesinato: algunas voces sostienen que a Felipe lo mataron a cuchilladas, otras aseguran que el asesino (o los asesinos) acabaron con su vida a golpes y hay quien afirma que su verdugo maniató a la víctima antes de darle muerte. Aseveraciones que, a falta del esclarecimiento del crimen, no representan por el momento más que rumores sin confirmación oficial.
De forma paralela a la búsqueda de vestigios en el domicilio de la víctima, los investigadores también tratan de detallar cómo fueron sus últimas horas con vida. En Haro la figura de la víctima no pasaba desapercibida y algunos testigos aseguran haberle visto la noche previa al asesinato en la verbena celebrada en la Plaza de la Paz. También coinciden en subrayar un hecho que podría resultar significativo en la causa: varios vecinos aseguran haber visto a Felipe «especialmente nervioso» y «muy pendiente del teléfono, algo poco habitual en él» los días previos al sábado.
Lo que nadie se atreve a asegurar es quién accedió a la vivienda de la víctima para acabar con su vida entre la madrugada del sábado y el mediodía, cuando los bomberos hallaron el cadáver en el domicilio. Una incógnita que quizás pueda resolver el visionado del material registrado por las cámaras de seguridad de la localidad.
Mientras los rumores campan a sus anchas por la ciudad, los especialistas de la Guardia Civil continúan desarrollando con tiento sus pesquisas para resolver un crimen que ha empañado las Fiestas de la Vega y ha conmocionado a una ciudad pendiente de la búsqueda de un asesino.
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