Entrevista

Buen periodismo y redoblar el esfuerzo de la divulgación, armas contra los bulos científicos

Eduardo Palacios.- La ciencia, en todos sus campos, está sometida a la presión de los bulos, que requieren para combatirlos de buen periodismo y de un gran esfuerzo de divulgación de los propios científicos para que la sociedad no otorgue credibilidad a ‘fake news’ multiplicadas por la redes sociales. Así lo ha explicado a EFE el catedrático de Química de la Universidad de La Rioja, Héctor Busto, especialista en divulgación científica, que ha intervenido en el encuentro nacional de investigadores en economía y empresa con una ponencia centrada en cómo enfrentarse a los bulos en esas áreas y en el trabajo científico en general.

«Los bulos han afectado a la ciencia en general y el ejemplo más claro es la pandemia de COVID, en la que se extendieron muchas noticias falsas que no solo afectaban a la salud, sino que luego repercutieron en la industria farmacéutica» y «eso al final supone que haya medicamentos más caros y que lleguen a menos gente».

La pandemia «tuvo un comienzo tremendo por la proliferación de bulos a través de mensajes de texto» y «aunque hay cosas que empiezan por mala fe, el problema es que muchas veces luego se difunden de forma inocente porque te ha llegado de un conocido y le das credibilidad».

La ley de Brandolini

Sucede, explica Busto, que los bulos, en ciencia y en otros campos, están sometidos a un principio conocido como la Ley de Brandolini (por el informático que lo formuló) o «principio de asimetría de la estupidez» según el cual «defendernos de un bulo o revertirlo supone un esfuerzo muchísimo mayor que lanzarlo».

A pesar de internet, «tampoco es algo tan actual» porque «noticias falsas y bulos ha habido siempre» y «ya Carl Sagan explicó como combatirlos y dijo que afirmaciones extraordinarias requieren una evidencia extraordinaria» con lo que «a quien le llega un bulo, por ejemplo que algo cura el cáncer, debe pedir que tenga un respaldo fuerte, no aceptarlo son más».

Admite, no obstante, que «eso es complicado en la sociedad actual» como demuestra, explica, la encuesta anual sobre la percepción de la ciencia de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, según la cual «la ciencia interesa cada vez más, pero se consume fundamentalmente a través de redes sociales».

«Incluso eso también ha variado en los últimos años el que se ha pasado de Facebook y X (antes twitter) a que los vídeos de Youtube son el canal por el que la gente se informa de ciencia». Ante ese panorama «los investigadores, para transferir conocimiento a la sociedad tenemos la obligación de hacer la mejor divulgación posible» y «tratar de prevenir a la sociedad para que no se caiga en un bulo, porque revertirlo exige mucha energía y es muy difícil», asume.

Hacer autocrítica y asumir los errores

La ciencia, considera este divulgador, también debe hacer autocrítica, porque hay algunos bulos que parte de una base. Sin ir más lejos el de los efectos adversos de la vacunas contra la COVID «que se basan en un artículo que publico Lancet (una prestigiosa revista científica) en el que decía que la vacuna triple vírica provocaba autismo» y «con el revuelo que causó se comprobaron los datos y al ver que eran erróneos se retiró el artículo» pero «el daño ya estaba hecho».

La realidad, detalla, es que «lo que pasó fue un paradigma de transparencia, la revista admitió el error y retiró el artículo» aunque «luego se haya utilizado para difundir bulos», reconoce. «También existen casos de fármacos que han salido al mercado con problemas, como la Talidomida», admite y «eso demuestra que tenemos que asumir la crítica de que a veces las cosas pueden estar mal».

Pero, es cierto, afirma, que «el progreso de la humanidad se ha basado en superar cosas anteriores, es decir, con el tiempo la ciencia llega a conclusiones que pueden superar las que había hasta entonces, sin que eso suponga que lo de antes estuviera mal, sino que era lo que se sabía con unos determinados datos».

Por eso reclama a los investigadores que «se esfuercen en divulgar que la ciencia llega a unas conclusiones con las mejores evidencias disponibles en cada momento» aunque «en unos años las investigaciones nos lleven a otro sitio» pero «eso no es mala fe ni puede dar pie a bulos», concluye el investigador y divulgador de la Universidad de La Rioja.

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