Gastronomía

La Rioja: el lugar para aprender a comer

El sol va cayendo. Una leve brisa acompaña al patriarca de la familia Cordero. Anselmo se afana en su labor. Por fin ha sacado la cabeza del cuartucho en donde se protegen de la calor su mujer, sus hijos, sus nietos… La familia juega a las cartas mientras Anselmo se detiene en una tomatera. Ha encontrado el ejemplar que andaba buscando. En un caldero azul ya ha cosechado un par de pimientos verdes, un par de cebollas dulces y una guindilla que mira al cielo con rabia. Lo dejará todo al fresco, en un cubo con hielo. En breve servirá la mejor ensalada a su familia, que saben por dónde anda el abuelo y qué estará haciendo.

Es una finca rodeada de viñedos y huertas, la familia Cordero se reúne en ella habitualmente para disfrutar de uno de los placeres más simples y profundos de la vida riojana: una comida en familia. El abuelo Anselmo se desloma con su azada en primavera para seguir preparando la mejor ensalada a su familia. Renques y surcos que ahora lucen, en pleno verano, en su esplendor. Se recoge lo sembrado: sonrisas con la familia reunida para pasar todo el día juntos. La huerta y su ensalada es solo una excusa para estar todos juntos, bajo ese pequeño cobertizo que tantas recuerdos familiares alberga y cuida.

Alrededor de una mesa de madera robusta, la familia espera en animada conversación. La abuela María recoloca el mantel de cuadros rojos y blancos tras la ‘partidita’ de cartas. Los nietos, Ana y Luis, corretean alrededor, buscándole la ‘vuelta’ al tío que intenta abrir otra botella de vino. Los trozos de chorizo y salchichón ya están sobre la mesa, la fiesta ha comenzado, pronto llegará la ensalada, se prenderán las gavillas y esta noche de verano será otro de esos recuerdos imborrables de una vida bien vivida, siempre a la riojana.

La gastronomía riojana es una celebración de la vida en familia. Desde los animados bares de pinchos, de ronda en ronda, hasta las mesas familiares en huertas y bodegas pasando por los prestigiosos restaurantes con estrellas Michelin, La Rioja ofrece una experiencia culinaria única que combina tradición, innovación y productos de la más alta calidad. Es una región donde la comida es mucho más que un alimento: es una forma de vida que refleja el alma de su gente y la riqueza de su tierra.

La cultura del tapeo en La Rioja es una experiencia que mezcla sabores, aromas y la vibrante vida social. Calles como La Laurel o la San Juan, en Logroño, la Herradura en Haro, y las calles de Ezcaray, Calahorra o Santo Domingo se llenan de vida al caer la tarde. Aquí, ir de bar en bar es una cuestión personal. Cada establecimiento ofrece su propia versión de los pinchos. Pequeñas delicias culinarias que caben en dos o tres bocados y que muestran la creatividad de los chefs locales. Zonas, conocidas por su ambiente festivo y sus numerosos bares de pinchos, por las que se puede disfrutar en un recorrido gastronómico variado y de calidad.

Esta tradición no solo refleja la inventiva culinaria, sino también el espíritu comunitario de los riojanos. Calles que son el epicentro de la gastronomía de barra, en donde los locales se convierten en puntos de encuentro entre la tradición y la innovación que se fusionan para ofrecer una experiencia única. La actividad constante en estos bares es un testimonio de la vida vibrante y la cultura de convivencia que define a La Rioja.

Un vínculo familiar

La gastronomía tradicional riojana es un viaje al corazón de las familias. Platos como las patatas con chorizo, la verdura de temporada o los caparrones son el alma de la cocina casera. El puchero de patatas con chorizo es un clásico que representa la sencillez y el sabor robusto de la región. Las familias se reúnen alrededor de la mesa para disfrutar de estos platos, ya sea en la finca al aire libre o en la bodega familiar, donde se asan chorizos, pancetas, caretas y por supuesto chuletillas, siempre al sarmiento, emblema de la gastronomía popular riojana.

Estas reuniones familiares en torno a la mesa no solo refuerzan los lazos familiares, sino que también mantienen vivas las tradiciones culinarias que se han transmitido de generación en generación. Los productos de la huerta, como los tomates recién cogidos y pelados, se combinan con el excelente aceite de oliva riojano para crear platos simples pero deliciosos. Esta conexión entre la tierra y la mesa es una característica distintiva de la gastronomía riojana.

La tradición y la modernidad se fusionan perfectamente en La Rioja, no solo en las barras de pinchos y las mesas familiares, sino también en sus restaurantes galardonados. A pesar de su tamaño, La Rioja se destaca como la región española con más estrellas Michelin per cápita. Esta distinción habla del talento y la dedicación de los chefs riojanos, quienes han logrado convertir sus restaurantes en referentes gastronómicos a nivel nacional e internacional.

Desde Ezcaray, Francis Paniego, con sus dos estrellas Michelin a la riojana, lidera esta escena, junto a Ignacio y Carlos Echapresto, que suman dos trofeos Michelin además de la estrella verde, que han transformado Daroca de Rioja en un destino culinario de carácter internacional. Félix Jiménez, Carolina Sánchez e Iñaki Murua, Gonzalo Baquedano y Mariana Sánchez, Miguel Caño… nombres con estrella en restaurantes gastronómicos de referencia.

Estos chefs han llevado la cocina riojana a nuevas alturas, basándose en la rica tradición culinaria de la región y adaptándola a los gustos contemporáneos, siempre con el maestro Lorenzo Cañas, padre de la gastronomía riojana, muy presente en las formas de hacer cocina. La pasión de los riojanos por salir a comer y celebrar la vida ha sido fundamental para el éxito de estos restaurantes, que han encontrado en su público local un apoyo constante y entusiasta, para desarrollar y así alcanzar el firmamento en la Guía Michelin.

El ‘#productoriojano’

En el corazón de la gastronomía riojana están los productos locales de alta calidad, conocidos bajo el sello #productoriojano. Este distintivo, promovido por el Gobierno de La Rioja, garantiza la excelencia de los productos que van desde la huerta hasta la granja. Vinos, aceites, quesos, carnes, embutidos, patés, legumbres, conservas, setas y hongos, frutas y hortalizas, frutos secos, pan, miel, chocolates, especias… la despensa riojana en infinita en calidad.

Porque todo surge en familia. Se aprende a comer rico en familia, en las huertas, fincas, y bodegas, junto a los abuelos, con los padres, al lado de los primos. Recuerdos imborrables, como esa ensalada de tomate, pimiento y cebolla, el sabor auténticos de las cosas, recién cogidos de la huerta por un abuelo que le pone todo el amor del mundo a su huerto porque saben que es lo que comerán sus nietos.

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