Especial Enoturismo

La milla de oro del vino de Rioja

A pico y pala. Aprovechando las laderas de los pueblos o los terrenos cercanos al río, siglos atrás se excavaron y construyeron bodegas en forma de cuevas destinadas a la elaboración y guarda del vino. Espacios que dieron lugar a los denominados barrios de las bodegas. Así es como comenzó todo.

Cada agricultor tenía su pequeño espacio para elaborar su vino. Muchos de estos barrios ya son historia; otros, por el contrario, forman parte de la historia de Rioja y también de una región. Es el caso del Barrio de la Estación de Haro. Este lugar es sencillamente historia de una gran Denominación de Origen Calificada, centro enológico y de la cultura del Rioja, lugar con la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo.

El Barrio de la Estación empezó a dibujarse en la segunda mitad del siglo XIX como consecuencia de la sustitución de las caballerías como medio de transporte tradicional del vino por un novedoso ferrocarril, eje central y común que propició el surgimiento de una actividad económica que se ha convertido en un espacio repleto de historia, lleno de simbolismo que al mismo tiempo sigue marcando el presente y el futuro de Rioja.

Las bodegas comenzaron a crecer alrededor del ferrocarril con el fin de transportar el vino en barricas hasta los puertos cercanos para comercializarlos, también en Francia, afectada por la filoxera. Hoy en día, la actividad enológica continúa, con ese halo de prestigio que otorga tantas vendimias excelentemente embotelladas; y son los amantes del vino los que se acercan hasta este lugar, a modo de peregrinación, para disfrutar de una propuesta enoturística única en el planeta.

López de Heredia y Landeta (1877), Compañía Vinícola del Norte de España CVNE (1879), Gómez Cruzado (1886), La Rioja Alta (1890) y Bodegas Bilbaínas (1901) se desarrollaron a finales del siglo XIX lo más cerca del ferrocarril para ir configurando un barrio de bodegas conocida como La Estación. Muga, fundada en Haro en 1932, y Roda llegaron al vecindario vinícola más famoso de España durante el siglo XX para completar el enclave enoturístico más relevante de la DOCa Rioja, el de mayor prestigio de España.

Son precisamente estas bodegas las que han dotado a la localidad de Haro durante todas estas décadas de un empuje económico relevante, con producciones de vino históricas, empleo de calidad y atracción del turismo a sus calles. El Barrio de la Estación ha puesto a Haro en el mapa para ser un destino que conviene tener muy en cuenta”.

Bodegas que se han empleado a fondo para que sus vinos tengan una calidad, un prestigio y un reconocimiento internacional, cada una a su manera y con su forma de trabajar. Son una gran familia, formada por siete hermanos, cada uno de ellos único y genuino, que compiten al tiempo que colaboran para representar de la mejor manera posible esta larga historia enológica adaptándose siempre a los nuevos tiempos, porque siguen marcando tendencia.

Buena prueba de ello es la Cata del Barrio de la Estación. Durante el mes de junio, en una oportunidad única en todo el año, se puede visitar en una sola jornada el interior de todas estas bodegas centenarias, repletas de tesoros, al tiempo que se degustan sus vinos y se saborean las mejores propuestas gastronómicas del rico recetario de la gastronomía riojana, que es la región del mundo con más estrellas Michelin per cápita, con la presencia también de reconocidos chefs nacionales que traen hasta ahora sus mejores recetas para una jornada inolvidable.

Hasta no hace mucho, visitar el Barrio de la Estación era realmente complicado. Se trataba del secreto mejor guardado de Rioja. Había  que tener buenos contactos para acceder al interior de estos espacios repletos de historia y buen hacer enológico. Ahora, en este siglo XXI, todo ha cambiado. Y las puertas de esta casa centenarias están abiertas prácticamente durante todo el año, lo que ha servido para revitalizar Haro, visita obligada para los amantes del vino.

El Barrio de la Estación de Haro es la milla de oro del vino de Rioja. En un recorrido por el pasado, el presente y el futuro de una forma de hacer vino que identifica a toda una región, conocida por la labor de unos bodegueros que desde su nacimiento, allá por finales del siglo XIX, comprendieron que con las viñas de sus abuelas, las técnicas de vinificación aprendidas de los franceses, unas vías, un tren y electricidad podían llevar sus vinos a cualquier parte del mundo. Lo que a buen seguro no imaginaron estos pioneros es que ahora llegarían visitantes de todo el mundo para conocer sus respectivas casas, y así reconocer su historia, su gran trabajo y sus excelentes vinos.

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