El Rioja

Bodegas Riojanas vuelve a sus orígenes con su nueva Colección Larrendant

Bodegas Riojanas ha presentado la nueva Colección Larrendant con el primero de sus vinos en ver la luz, Monte Real Tempranillo Blanco Reserva. La nueva colección de vinos es un viaje al pasado en busca de los orígenes de Bodegas Riojanas. Primero, porque en los años 30 del pasado siglo Larrendant se nutría del viñedo para elaborar vinos con personalidad en los que el terruño era capaz de dejar su sello. Pero también porque hace décadas, la bodega de Cenicero (Rioja Alta) elaboraba blancos con crianza.

Durante una cata de viejas añadas en Estados Unidos, en 2019, los actuales responsables de la bodega, su presidente Santiago Frías, y el enólogo Emilio Sojo, descorcharon un Monte Real Blanco Gran Reserva 1973 que dejó boquiabiertos a los presentes. La admiración recibida les animó a volver a los orígenes de la bodega y recuperar la producción de blancos de guarda.

Como Larrendant, que buscaba la excelencia en el viñedo y sabía exactamente qué parcelas utilizar, la bodega hace lo mismo ahora al seleccionar dos pequeños viñedos: ‘Los Campillos’, que se encuentra a 480 metros de altitud en Cenicero y aporta al nuevo vino un carácter floral, además de volumen, longevidad y estructura; el segundo, ‘Camino Arenzana’, está plantado en Tricio a 600 metros de altitud y suma frescura en ambos nariz y paladar.

La elaboración de las apenas 2.600 botellas de esta primera añada 2020 de Monte Real Colección Larrendant Tempranillo Blanco Reserva es clásica, con fermentación alcohólica en barricas de roble francés con fondo de acacia y tostado ligero. Después, el mosto permanece con sus lías en las mismas barricas durante seis meses con remontados diarios. Transcurrido ese tiempo, se retiran las lías y se procede a limpiar las barricas para proseguir la crianza en las mismas barricas durante doce meses, sumando un total de 18 meses en barrica y doce más de reposo en botella.

La combinación de uvas de los dos viñedos y su elaboración tradicional consiguen un vino elegante y complejo, de color amarillo brillante con reflejos ámbar. En nariz, es una mezcla equilibrada de toques contrapuestos, los finos matices a flor blanca compiten con los frutales de la pera y manzana, dejando una suave estela final de las especias y la vainilla. En boca, su paso es fresco, untuoso y muy bien estructurado, con sabores dulces y especiados de la crianza, frutas cítricas, pera, ahumados bajo un fondo de hierbas aromáticas. Destaca por una acidez refrescante y un final persistente.

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