Semana Santa

La lluvia obliga otra vez a los ‘picaos’ a disciplinarse dentro de la iglesia

Foto: EFE/Raquel Manzanares

La lluvia ha obligado este Viernes Santo a disciplinarse dentro de la iglesia de San Vicente de la Sonsierra a los cinco ‘picaos’ que se han flagelado la espalda para cumplir con un rito que suma casi cinco siglos de historia.

Esta tradición se ha revivido por tercera ocasión en esta Semana Santa, tras la penitencia de diez ‘picaos’ en la Santa Cena, también dentro de la iglesia por la lluvia, y otros cinco en la Hora Santa del Jueves Santo; y se vuelve a repetir esta tarde durante la procesión del Santo Entierro.

Decenas de visitantes se han arremolinado bajo sus paraguas en la entrada de la iglesia, a la espera de que se iniciase el Vía Crucis al Calvario, que no ha podido celebrarse, por lo que la penitencia se ha trasladado al interior de un abarrotado templo.

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La Cofradía de la Vera Cruz, considerada una de las más antiguas de España, vela por el cumplimiento de este rito, recogido en 1551 en sus estatutos, ha detallado a EFE su portavoz, José Ramón Eguíluz.

Hasta el inicio de cada procesión no se conoce el número exacto de penitentes que desean cumplir con la disciplina o los motivos que les empujan a flagelarse y, sobre todo, se mantiene en secreto su identidad, ya que se visten con una túnica que oculta su rostro.

Varones y católicos practicantes
Según esta ancestral costumbre, solo pueden participar miembros de la cofradía o que presenten una credencial de su párroco en la que se acredite que sean católicos practicantes, y siempre son varones mayores de edad.

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Junto al cofrade “padrino” que le acompaña y guía durante su penitencia, cada ‘picao’ se ha vestidos con una capa marrón sobre una túnica de lino blanco, que deja al descubierto la espalda.

Después, estos cinco penitentes han usado para flagelarse una “madeja” de hilo natural de unos 60 centímetros.

Con este flagelo, cada ‘picao’ se ha infligido un millar de golpes a ambos lados de la espalda al aire, hasta que, acabada la penitencia, un “práctico” de la cofradía ha “picado” la piel de la zona lumbar con un utensilio de cera virgen que tiene incrustados seis cristales.

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De ese modo, la sangre brota y se evita la formación de hematomas, con el fin de que los disciplinantes se recuperen con mayor rapidez de los efectos de los golpes.

Las curas con agua de romero, cuya receta se transmite de generación en generación entre los miembros de la cofradía, completan esta tradición, que algunos consideran “anacrónica” en el momento actual, ha lamentado Eguíluz.

“Respeto” a la tradición
Así, ha pedido “respeto” para que se siga practicando esta tradición, que recibió “críticas mordaces en el siglo XIX”, justificada en la lucha político de ese momento entre liberales y carlistas.

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Carlos III intentó prohibir este rito en 1777 y también durante la Segunda República, con la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas en 1933, ha agregado, pero prevaleció “la tozudez de los sonserranos”.

La Cofradía de la Vera Cruz cuenta actualmente con unos 140 cofrades, 40 de ellos de mujeres, y afronta el problema del “relevo generacional”, quizás porque “no se ha sabido transmitir este rito”, que según ha reconocido su portavoz, “es un asunto espinoso y se puede malinterpretar”.

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