Cada año que pasa, el peral gana terreno al melocotonar en La Rioja Baja. Ignacio Rubio ha vivido aquellos años en los que cada verano esta fruta rojiza teñía al completo los campos de Alfaro, pero poco a poco la pera conferencia fue abriéndose camino ante unos precios más rentables y una mejor viabilidad de la labor. A día de hoy La Rioja cuenta con unas 329 hectáreas de melocotonares en producción frente a las 1.180 que había a principios de los 2000.
De ellas, cerca de 19 hectáreas recaen en manos de este agricultor riojabajeño, pero junto a él apenas una docena más de productores continúan una cosecha más manteniendo en pie un cultivo tradicional en el municipio. La de este 2023 no estará marcada por las heladas como si ocurrió el pasado año, cuando Ignacio recogió en torno al medio millón de kilos. Este año espera rondar la misma cifra, «aunque todo está por ver». Queda un mes y medio para arrancar la campaña y será entonces cuando este agricultor estime con mejor margen la cantidad recolectada.
«La sequía, por el momento, no nos está afectando porque seguimos regando a pesar de las restricciones. Nos surtimos del Canal de Lodosa y del río Ebro y por ahora nos han reducido de seis a tres riegos por semana y solo podemos usar dos bombas de las tres que había antes habilitadas. Toca repartir mejor el agua, pero con que aguantemos así hasta agosto es suficiente para asegurar que engorda bien la fruta. Al menos ahora no tenemos esos calores de abril porque los árboles evolucionan bien con los días más frescos», remarca.
Hubo un tiempo en el que Ignacio tan solo contaba con melocotonares y hortícolas, pero luego tuvo que diversificar en frutales ante el declive de este cultivo con la bajada de precios abriendo el abanico también a los perales y manzanos y apostando también por variedades nuevas de melocotones. Mientras, las verduras desaparecieron por completo de su explotación. «Es imposible continuar porque no hay manera de encontrar buena mano de obra y la que encuentras no trabaja bien, así que para tener problemas es mejor no plantar», sentencia con resignación.
Los frutales los maneja mejor, aunque reconoce que el melocotón «nunca se ha valorado lo suficiente» porque implica mucha mano de obra, más que la pera o la manzana. «Por ejemplo, el aclareo en el melocotonar se hace a mano, mientras que en los peros o manzanos se puede emplear un producto químico con el que el fruto se cae solo», apunta.
Contra toda tendencia, el año pasado los precios de venta del melocotón se duplicaron a causa de las heladas, llegando a superar los 60 céntimos el kilo de melocotón, una cifra que hacía tiempo los productores no veían ni de lejos. «Hay variedades que valen más que otras y las que son más tempranas se pagan menos aquí en nuestra zona porque las tempranas nuestras son las tardías de zonas como Lérida, por ejemplo. Pero eso no ha sido lo habitual desde hace años y esas bajadas de precios fueron las que derivaron en el arranque de tantos árboles porque hay que decir que nos cuesta producir un kilo de fruta unos 45 o 50 céntimos y ha habido años que hemos cobrado el kilo a menos de 30 céntimos», recuerda.
En su caso vende todo el fruto a industria, ya que el que va destinado a plaza o mercado requiere de otro tratamiento. «Exigían más y no se pagaba bien, además de que apenas hay fruteros que se dediquen a trabajarlo, por lo que la gran mayoría de fruticultores del municipio comercilizamos en industria. Además, aquí no trabajamos con una cooperativa de por medio que facilite los trámites como sí ocurre en Rincón de Soto, por ejemplo. La industria, además, se ha puesto prácticamente al mismo precio que la plaza, pero con la ventaja de que cuesta menos recoger el melocotón porque aquí no hay que ponerlo en envases pequeños, sino que va en palots», señala Rubio, siendo consciente de que es uno de los pocos que mantienen viva la cultura del melocotón ‘made in’ La Rioja.
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