Salud

La ansiedad pasa de padres a hijos, pero no por vía genética

Los niños con padres que sufren o han sufrido en algún momento de su vida un trastorno de ansiedad tienen más disposición a padecerla, “lo que no quiere decir que se herede directamente, sino que existe un riesgo significativo, una mayor vulnerabilidad”.

Así lo ha defendido el experto en psicología clínica y catedrático de la Universidad de Murcia Francisco Javier Méndez, quien esta se,ama ha impartido, en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), una clase sobre ‘Intervención psicológica en los trastornos de ansiedad en la infancia’.

“Es importante tratar a los niños que sufren ansiedad, no hay que subestimar el mal trago y el malestar clínico que pasan durante ese tiempo”, ha añadido Méndez.

Ha explicado que el trastorno de ansiedad en los niños cuando se separan de sus padres o figuras de apego puede aparecer a partir de los 2 años y llegar hasta los 14, a los 9 es cuando más ansiedad presentan, pero con la llegada de la preadolescencia puede que no desaparezca del todo.

Para él, “hay que revisar si el estado de ansiedad proviene de los niños o de los padres, quienes cometen errores muy comunes y lo transmiten a sus hijos”, por lo que, en ese caso, hay que trabajar primero con los adultos. Ha indicado que “los padres también transmiten ansiedad y son capaces de anular en un segundo una hora de terapia”.

Méndez ha citado diferentes estilos de educación que generan una situación de contagio emocional que no favorece al niño, como el sobreprotector, el autoritario, el que ridiculiza y el que transmite miedo.

Entre los ejemplos más comunes, ha destacado el primer día de guardería, cuando “el niño se queda contento en la guardería y los padres dilatan la despedida recordando la merienda, que no se quiten el abrigo porque hace frío, que no se separen de la profe…” y, “así, alertan al pequeño con su estado de ansiedad por separación”.

Como medida preventiva, ha recomendado una despedida rápida y no asociar el primer día de rutina como el final de las vacaciones, sino establecer una jornada de bienvenida, como una transición en la que el niño debe jugar, conocer el nuevo entorno y familiarizarse con las profesoras.

Niños débiles

También se ha referido a que el estilo sobreprotector es una “trampa” porque soluciona el problema al menor a corto plazo, pero, “a la larga, estás fomentando un niño débil, que se verá comprometido en el momento de enfrentar sus problemas”.

Por ejemplo, si el niño llora por la noche al tener miedo a la oscuridad y los padres encienden la luz, “éste asociará la luz con tranquilidad, seguridad, y repetirá la conducta de manera sistemática”. Otra medida “errónea” es cuando los padres utilizan el recurso de la amenaza, ya que los niños evitarán todo aquello que les genere ansiedad o miedo.

Méndez ha señalado que el principal componente para tratar la ansiedad es la exposición, también conocida como medida de aproximación o afrontamiento, dado que “el miedo a conducir se va conduciendo y el miedo a hablar en público se quita haciendo exposiciones”. Se trata de “medidas un poco amargas, pero que resultan eficaces; aguantar el tipo ante los miedos infundados”, ha afirmado.

También se ha referido a ayudas externas, como los estímulos que animan a enfrentar una situación mediante el refuerzo; y a la utilización de los cuentos con los niños. “A todos los niños les gusta que les lean cuentos, se pueden analizar, conversar con ellos sobre el argumentario”, según este catedrático, aunque es “importante que no aparezcan ogros, brujas o elementos que favorezcan miedos infundados”.

La ansiedad también se puede abordar, entre otras, a través de la relajación, la meditación y la escenificación emotiva, que es, esta última, una técnica novedosa desarrollada por la Universidad de Murcia, en la que, mediante el juego, cada persona asume una representación de papeles tras elaborar un argumentario previo.

La transmisión de normalidad ante situaciones de estrés hará que el niño tenga más herramientas para la gestión emocional a corto y largo plazo, según Méndez, quien ha destacado “la importancia del superpoder de contagio emocional y trabajar con las herramientas adecuadas”.

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