La Rioja

“No podemos guardar el conocimiento en un cajón: hay que llevarlo a un fin práctico”

La docencia o generación de conocimiento y la investigación para resolver problemas que pueda tener la sociedad siempre han sido la razón de ser de las universidades, pero en la ecuación no puede faltar la transferencia de conocimiento. Una tercera pata fundamental para contribuir al desarrollo económico y social del entorno.

“La idea es ayudar a solventar o aliviar los problemas que la sociedad tiene; no dejar el conocimiento en un cajón, sino llevarlo a un fin práctico, útil y necesario socialmente”. Así lo resume Isabel Díez, vicerrectora de Desarrollo e Impacto Económico y Social de UNIR, quien añade que los objetivos de este vicerrectorado pasan por encontrar proyectos estratégicos en los que tener un impacto social.

Proyectos que se eligen teniendo en cuenta dos dimensiones: externa e interna. La primera tiene que ver con identificar qué necesidades demanda la sociedad y la segunda “ser conscientes desde la universidad de cuáles son nuestros puntos fuertes y en qué podemos ser útiles y, a partir de ahí, definir esos proyectos estratégicos”.

Uno de ellos y precisamente en los que está trabajando UNIR es el plan de Bienestar Emocional. “Hemos detectado que entre los jóvenes y adolescentes existe un problema de salud mental, entendiendo por esto acciones relacionadas con las autolesiones, falta de autoestima, trastornos de alimentación…”. Ante esta situación, se ha creado dentro del centro de investigación de este vicerrectorado un equipo de trabajo que, por un lado está estudiando los motivos que pueden desencadenar estos pensamientos así como las herramientas para hacerles frente y, por otro, personal que lleva esta realidad a los propios centros escolares.

Isabel señala que estos trabajadores, mediante un cuestionario totalmente anónimo, localizan qué patologías hay, y a partir de esas anomalías que detectan actúan ayudando a familias, estudiantes y docentes. “Hay muchas veces que los propios padres o profesores no saben que se están dando casos problemáticos, pero cuando preguntas anónimamente a los alumnos salen datos muy relevantes. Por ejemplo, actualmente, el 20 por ciento de los estudiantes se autolesionan”.

Una vez con los resultados en la mano, se da una formación a toda la comunidad educativa para enseñarles a detectar y prevenir dichas situaciones, y los casos más graves los derivamos a asistencia psicológica. “Aquí entra en juego nuestro propio personal docente ya que no solo pueden hacer actividades de investigación, sino también clínicas. Esta es la idea de transferencia: detectar los problemas de la sociedad y actuar”.

Actualmente el 47 por ciento de las universidades españolas cuentan con este vicerrectorado, y aun con todo, “la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) nos ha dado un toque de atención diciéndonos que la transferencia sigue siendo una tarea pendiente”, lamenta Díez. “La investigación de alta calidad es muy importante, pero tiene que revertir en la sociedad”.

La vicerrectora destaca que mucho del conocimiento se queda estancado en los despachos de los investigadores, lo que hace que una investigación potencialmente útil no pueda llevarse a la sociedad. Y aquí entra en juego el vicerrectorado de Desarrollo e Impacto Económico y Social, que se posiciona dentro de un círculo virtuoso. “Nosotros hacemos transferencia y ayudamos a la sociedad, pero ella nos ayuda a nosotros identificando las necesidades formativas que tenemos que aportar a los estudiantes”.

Conexión universidad-empresas

La Universidad tiene un enorme potencial para responder a las necesidades del tejido empresarial en la mejora de su competitividad, pero para ello “deberíamos acercar lenguajes. Un ejemplo muy claro es el del perfil temporal. Las empresas necesitan soluciones y hablan de semanas, en la universidad hablamos de años. Tenemos que buscar la convergencia e intentar acercarnos más a su realidad”.

Además, Isabel reconoce que algunas veces la investigación es demasiado básica, entendiéndolo como fundamental y poco aplicada. “Debemos hacer el esfuerzo de ver cómo esta investigación la traducimos a las empresas de la mejor manera posible. Y para ello tenemos que escuchar más al empresario, saber lo que necesita y dar solución a los problemas que ellos plantean”.

Sin ir más lejos, este vicerrectorado, a través del del Centro de Transformación digital de La Rioja, “está llevando a cabo proyectos muy concretos a petición de las propias empresas sobre los procesos de digitalización. Hay algunas pymes que siguen teniendo problemas y nos piden ayuda. Dudas y casos prácticos que resolvemos gracias a un recorrido y proceso de maduración de la investigación que pasa por incorporar mejoras docentes que favorezcan el comportamiento de las personas, su rendimiento y las competencias blandas”.

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