Firmas

Tinta y tinto: ‘Como en el Ala Oeste de la Casa Blanca’

“¿Cómo empieza una guerra? Las guerras empiezan mucho antes del primer disparo”. A menudo se nos olvida esta pequeña obviedad con la que comienza el podcast Guerra 3, donde sin embargo nos plantean una pregunta para la que, a veces, ni siquiera los libros de historia tienen respuesta. El origen de las cosas. Vale que tenemos más o menos claro el origen de La Tierra, casi casi el del Universo… pero siempre habrá un antes que encontrar. Al llegar a una nueva certeza, la duda vuelve a ser la misma. “Vale. ¿Y antes de esto?”. Y así hasta el infinito si es que el propio infinito existe.

En cuanto a la política, que es de lo que hemos venido a hablar aquí, la duda se encuentra en si fueron antes los asesores o las series de televisión. ¿Empezaron antes los dirigentes públicos a actuar como luego harían los personajes de la ficción o fueron estos quienes inspiraron a las diferentes maquinarias de los partidos? Quizás todas esas jugadas maestras que se imputan a los ‘ivanes redondos’ de la vida sólo sean copias aplicadas al mundo real que un día pasaron por la cabeza de Aaron Sorkin. La globalización también llevada al diseño de una campaña, una reacción o un simple tuit. Hollywood ha moldeado e interiorizado las percepciones de varias generaciones como ahora lo hacen Facebook, Instagram, Youtube y TikTok con los más jóvenes. Nos empeñamos en utilizar símiles de películas para nuestro día a día o comparamos personajes con personas hasta que la realidad supera a la ficción. Tanto la buena como la mala. Entonces nos quedamos sin palabras.

Recuerdo un capítulo de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ en el que los dos candidatos a la Presidencia de Estados Unidos (Matt Santos y Arnold Vinick) van a enfrentarse en un cara a cara. Miedo. Nervios. Todo sea por suceder al extraordinario Bartlet que interpreta Martin Sheen. Sin embargo, ambos se quejan del formato del debate y que este no les permitirá mostrar a los ciudadanos sus ideas. A las primeras de cambio, Vinick se salta el guión y propone a Santos eliminar las reglas. Una conversación de verdad. Sin tiempos ni corsés. Incluso acaban saliendo de sus atriles para acercarse al moderador y un técnico les tiene que dar dos micrófonos de mano para continuar. Desde entonces no he podido pensar en un debate (ideas guionizadas aparte) mejor para nuestras elecciones. Lo mismo las locales que las autonómicas o las nacionales. ¿No prefieren los ciudadanos ver una conversación real entre los dos (o tres) grandes aspirantes a gobernar que una reunión de políticos pautada que finaliza sin apenas un intercambio de ideas? Para escuchar mensajes predefinidos ya tenemos otro sinfín de canales con los que somos bombardeados a diario.

En La Rioja, hace unas semanas, tres partidos políticos (PP, PSOE e IU) sugirieron a los medios de comunicación de la región la organización de un único debate autonómico por aquello de armonizar agendas. Incluso se formó el G4 -así se ha denominado en el pequeño Logroño del poder- entre los grupos mediáticos interesados (PRISA -Radio Rioja-, Vocento -TVR y Diario La Rioja-, Promecal -La7 y El Día de La Rioja- y NueveCuatroUno) con sus directores al frente para llegar a un acuerdo. Como no fue posible debido a los diferentes intereses de cada partido (entraban también en la negociación Cs, PR+E, Vox y Por La Rioja), todo ha acabado en varias citas a lo largo de la campaña electoral que ya irá descubriendo el ciudadano.

Tras varias conversaciones, y recordando ese fantástico capítulo de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’, a mí me gustaría proponer dos citas similares a la que protagonizaron Matt Santos y Arnold Vinick: dos ‘cara a cara’ entre los candidatos de PP y PSOE al Ayuntamiento de Logroño y al Gobierno de La Rioja. Es decir, un cara a cara entre Pablo Hermoso de Mendoza y Conrado Escobar, así como otro cara a cara entre Concha Andreu y Gonzalo Capellán. Alguno -o su gente cercana- ha dicho que “adelante” y ha aceptado de manera informal, pero no seré yo el que lo diga públicamente. Cosas de la política real, aunque esta a veces puede superar a la ficción.

Subir