La Semana Santa de 2023 será recordada durante años en Cornago por lo accidentado de sus actos. Si el pasado Jueves Santo la talla del Cristo cayó de bruces al suelo a la salida de la iglesia de San Pedro, el tradicional Judas de Valdeperillo, una de las aldeas del municipio, no ha corrido mejor suerte.
“A los de Cornago se les cae el Cristo y a nosotros se nos ‘esmorra’ el Judas”, lamenta Ana, una de las vecinas de la aldea, quien relata a título de anécdota cómo ocurrieron los hechos en una accidentada mañana del Domingo de Resurrección.
Varias vecinas de Valdeperillo posan con el Judas antes de “esmorrarse” (el Judas, no las vecinas).
“Aunque lo atamos a la silla con un alambre (le cogimos del cinturón al respaldo de la silla) y le colocamos unas piedras en el asiento de la silla, el peso de la cabeza y del cuerpo, al quemarse primero las piernas hizo que se venciera hacia delante y se pegara de cara contra el suelo”, explica.
El Judas, en pleno proceso de “esmorramiento”.
“Entre un par de vecinos lo colocaron de nuevo sobre el respaldo de la silla (aunque quedó boca abajo) para que se terminara de quemar”, añade Ana.
El pobre Judas, ya “esmorrao”.
La anécdota, pese a no tener mayores consecuencias, sí sirve para alimentar la clásica rivalidad territorial. “Siempre nos estamos chinchando un pueblo con el otro, así que dijimos ‘bueno, a los de Cornago se les esmorra el Cristo, a nosotros el Judas’, bromea esta vecina de Valdeperillo.
