Cultura y Sociedad

“La Rioja tiene en el Valle de la Lengua un diamante en bruto”

Antes de hacerse cargo de la Oficina del Español de la Comunidad de Madrid, Ramiro Villapadierna fue periodista cultural, corresponsal en varias capitales europeas, director de dos centros del Instituto Cervantes, director de la Cátedra Vargas Llosa… y, antes que nada, un amigo personal.

– ¿Por qué decide aceptar ese ‘marrón’, conociendo los antecedentes que acompañan a este puesto?

– Yo regreso a Madrid después de treinta años en otras capitales, capitales muy interesantes, y me encuentro una ciudad mucho más abierta internacionalmente, muy hispanoamericana. Se ha llenado de sabores, de color, de dinámica, de ritmo, de ideas empresariales… Los americanos han desembarcado y aquí está pasando algo que se corresponde un poco con el boom hispano y latino global. El español es una industria cultural, que si no la tomamos nosotros lo harán los mexicanos y, si no, la Cambridge Press o hasta el Instituto Francés, que hace exámenes de español; si no lo tomas tú, lo toma otro. Este es un proyecto que ya existía y que nace mal por unas circunstancias políticas, lo cual no obsta para que se base en dos impulsos: la apertura internacional de Madrid y la llegada del capital americano hispanohablante: hay una realidad nueva que merece ser tomada en serio. Desde la gestión cultural, en el Instituto Cervantes, he visto las posibilidades, cómo nos ven los institutos culturales europeos y lo que ellos harían si fueran nosotros, si tuvieran una lengua con el alcance y la extensión de la nuestra, al tiempo que me ha dado oportunidad de comprender cómo lenguas más pequeñas o menos potentes pelean por abrirse paso.

– El Cervantes ha hecho mucho por la difusión del español en el mundo. ¿En qué se diferencia del Instituto esta Oficina?

– Esta Oficina no enseña español, no corrige el español, no se preocupa por si la gente rotula en inglés o en chino, no edita, no es gestor cultural… eso lo hacen otros; esto es sencillamente un proyecto de diplomacia pública. Encuentras un nicho de la cultura que está por trabajar y por ver el alcance que puede tener, y como Madrid ha pasado a figurar en todo el espacio hispanohablante como una nueva luz, como en su tiempo fue París, o hace unas décadas Barcelona, ahora puede ser el momento en que Madrid aproveche esas energías. No somos alternativa al Cervantes, la diplomacia cultural no es dar más clases y tener más alumnos, sino promover que el español sea relevante, figure en las instituciones, figure en internet, en la música…

– ¿Esa no sería tarea del Ministerio de Cultura, más que de una comunidad autónoma?

– Si lo fuera, que lo haga, aunque tampoco estoy muy seguro de que lo sea. No se trata de que lo haga otro, sino de que lo vemos muy importante y lo vamos a hacer. Si otros pueden o deben y no lo hacen no es nuestro problema. Tampoco es un proyecto exclusivo para Madrid, ojalá focos académicos como Salamanca, Sevilla, Santiago de Compostela, Barcelona, Granada, promovieran proyectos similares. Lo importante es que en el español hay una tarta para todos los que quieran sumar..

-¿La idea es hacer de Madrid la capital de Iberoamérica?

– En eso se ha ido convirtiendo y lo que se trata es de tomar conciencia. Madrid siempre ha tenido un perfil indefinido y ahora nos hemos convertido en algo que tiene bastante de aluvión cultural, que tiene un bajo perfil identitario convertido en marca y que no pregunta a nadie y recibe bien a todos. Una ciudad que se ha llenado de americanos hispanohablantes que han venido a dar un nuevo ritmo y una nueva dinámica empresarial, un nuevo sabor a Madrid.

– Al contar con un presupuesto bastante exiguo, supongo que la labor de su Oficina consiste más en acompañar que en promover.

– Tendríamos presupuesto si no lo hubiera vetado Vox. Pero se trata más de poner de acuerdo a gente interesante con gente válida. Y de eso adolece muchas veces la Administración: No necesitas gran presupuesto para juntar a gente a la que ves que sumarían muy bien. No se trata de quitarle nada a nadie. De lo que hagan en La Rioja con el Valle de la Lengua quiero conocerlo todo, porque éste es un momento para el español que no existía en los años 90 y probablemente no va a existir dentro de veinte años. Vivimos un momento dulce para las culturas en español, todo el mundo por primera vez escucha música y baila a ritmo latino, pero dentro de nada puede hacerlo con cualquier cultura asiática potente y con la tecnología necesaria.

– ¿Se ha interesado por el proyecto Valle de la Lengua?

– En cuanto he sabido les he escrito y me han respondido amablemente sobre en qué puntos podríamos empezar a conversar. Me gustaría ir a hablar con ellos y conocer lo que están emprendiendo e intercambiar perspectivas. Estar en la Unión de Institutos Culturales Europeos mucho tiempo y ver cómo te contemplan los institutos sueco, francés o italiano y lo que harían con una herramienta como el español es paradigmático. En cambio, a mí me sorprende lo que pueden llegar a hacer otros con medios muy limitados: el ejemplo de Estonia, un país creado en los últimos treinta años y con menos habitantes que algunas ciudades y han salido disparados en busca de los nichos en que pueden significarse, y lo han encontrado en la cultura digital.

– ¿Cree posible poner de acuerdo proyectos a cargo de comunidades autónomas en manos de partidos políticos opuestos?

– Merece la pena ponerse de acuerdo. El español es el petróleo que tenemos y poseemos una imagen fuerte de país cultural, como Italia y Francia, con una lengua incluso más potente, aunque en diplomacia cultural estemos en pañales. Desearía que todas las fuerzas políticas y comunidades autónomas comprendieran que igual que se alcanzaron unos Pactos de Toledo en un momento dado, porque había unas pensiones que proteger, en el mismo sentido hubiese unos pactos por la cultura y la educación, en que todos tienen que estar. No podemos más que congratularnos con lo que haga el Cervantes, o la ciudad de Salamanca o La Rioja… La diferencia con el ombliguismo nacionalista es si lo que haces sirve para abrir el país y remar con los demás o para mirar encantado tus cositas locales.

– ¿Qué le podría sugerir a La Rioja, cuyo principal patrimonio cultural probablemente sea albergar la cuna del español escrito?

– Me atrevo sólo a decir que esa suerte que tiene, con el conjunto de los monasterios de San Millán y su historia, no debe ser pensada ni provincial, ni regionalmente: tiene que ser pensada con horizontes mucho mas amplios. Es un diamante en bruto que nos debería plantear cómo hemos llegado aquí sin que hubiera un proyecto importante para la cuna de una lengua que alcanzaría tamaña potencia. Así que, una vez que surge, no pensarlo en términos ombliguistas, cortoplacistas, sino a lo grande.

– Dijo que Shakira y el reguetón habían hecho mucho más por el español que el Instituto Cervantes. Como frase para llamar la atención está muy bien…

– Lo pienso, pero la frase es incompleta: dije que, desde que Julio Iglesias llevó canciones en español al hilo musical de un ascensor de hotel en cualquier lugar del mundo hasta hoy en día, con todo la creación musical entre medias, está claro que la música (digamos Shakira, Jorge Cafrune, Juan Gabriel, Sabina, Chavela o Mocedades) es lo que más ha difundido el español. De otra manera: ¿Qué ha hecho más por la difusión del inglés en los últimos setenta años, los Stones y los Beatles o el British Council? Es obvio. Pues hoy todo el mundo sabe decir ‘Bésame mucho’ en español no por ninguna universidad.

– Pero no me negará que para entender algunas letras de reguetón es preciso usar subtítulos…

– ¿Y lo que teníamos que hacer para entender una canción de Bob Dylan? Nadie dice que Dylan enseñe, Dylan, junto a todo el fenómeno cultural que el pop británico lanzó al mundo, justo cuando el canto del cisne de su imperio, con la contracultura estadounidense, hizo más por la difusión del inglés que Oxford y Cambridge.

– Antes que expandir el español fuera de nuestras fronteras, quizá sea necesario protegerlo en algunos territorios dentro de las mismas.

– Permítame dos enfoques: Nos comportamos como esa vieja familia que tiene mucho sin saberlo porque no lo hizo ella, sino que lo heredó, y todo lo que heredas no lo manejas bien; pasa en cualquier vieja empresa familiar que, quienes la heredan, la malbaratan. España es como una vieja familia, muchos de cuyos activos vienen de otro tiempo y tiene la fortuna de que contemos, sin comerlo ni beberlo, con una lengua difundida desde hace siglos por medio globo: No has hecho nada por ello pero tienes la suerte de disfrutarlo. No sólo no manejamos bien esa herencia, ni sabemos bien cuál es, sino que incluso somos desagradecidos.

Por otra parte, no veo un problema de lenguas en España sino un problema de falta de libertad. Las lenguas no tienen problemas ni derechos, problemas y derechos tienen la personas. Si tú no puedes escolarizar a tu hijo en tu propia lengua, o se le coacciona en el recreo para que la abandone avergonzado, entonces tienes un problema de falta de libertad. Entonces se puede decir que hay muchos ciudadanos (19 millones en comunidades bilingües) cuyos derechos están mermados por determinadas políticas e ingenierías sociales que los discriminan y les hacen vivir sus vidas en una posición de segunda.

– Que usted no tenga un perfil político de militancia partidista ha evitado todo ese ruido que se montó alrededor de la Oficina del Español cuando se creó y se la calificó como un chiringuito para su antecesor, Toni Cantó.

– Las circunstancias son muy distintas. Aunque lo de chiringuito estaba bien definido sin saberse, pues denomina los cafetines cubanos más pobres donde la gente más brillante del barrio se ve para discutir y crear cultura local sin ningún medio. Bromas aparte, que se hable de un chiringuito en la legislatura con mayor número de asesores y consultores contratados por la Administración Pública, en el momento de mayor endeudamiento de la historia, tiene gracia. Éste, en cambio, carece de presupuesto. Y de todos los organismos creados, cuyo nombre pocos recuerdan pero que incluyen palabras como ‘sustentabilidad’, sólo se ha hablado de uno porque había un actor en el centro de todo, conocido por alzarse en defensa de los derechos lingüísticos de todos, y eso no se le perdonó.

– En cualquier caso, no parece que fuera la mejor elección.

– Obviamente, cuando el ruido casi borra el proyecto es evidente que no funciona. Yo venía de la gestión cultural, del hispanismo, del europeísmo, y me he presentado a todas las fuerzas políticas, todas me han tratado amablemente. He pedido comparecer voluntariamente para explicar la situación que encontraba y el posible proyecto a desarrollar y la recepción ha sido buena, concediendo que empieza una nueva etapa. Si no se rebaja el ruido, no se puede hablar nunca de ningún tema.

– Primero de todo, usted es periodista. ¿Cómo ve el estado de este oficio?

– Es una una profesión que pasa, como otras que han desaparecido, por un momento muy bajo, pero hay que distinguir las modas de los problemas de verdad. Hace 15 años se hablaba muchísimo del periodismo ciudadano, que iba a acabar con el periodismo profesional, y hoy día, ¿dónde está? O sea, que tampoco hay que asustarse, al cabo se perturban las cabezas no bien templadas; el problema ha sido cuando esas cabezas estaban al frente de medios y vivían asustados por todo. Dicho esto, seguimos en una especie de crisis dentro de la crisis, que es el cambio de modelo de lo presencial a lo digital y el paso de la información a la comunicación y de la comunicación casi al espectáculo, con una pérdida de norte y de confianza de los lectores, aguda.

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