Firmas

Tinta y tinto: ‘Ausencias’

Hace ya unos años, cuando murió mi tío, tenía un amigo que no fue ni al tanatorio ni al funeral. Recuerdo perfectamente quién era. Nunca se lo he reprochado, pese a la cercanía, pero ahí quedó ese apunte en la libreta de las ausencias. Es curioso cómo siempre nos quedamos más con los que faltan que con los que están, como si tuviéramos la necesidad de completar el aforo de nuestra razón social y familiar. Lo mismo ocurre en los cumpleaños, las bodas, las fiestas y las fechas especiales como la Navidad. Una treintena de personas sentadas alrededor de una mesa que añoran a esos abuelos que forjaron el carácter de casi todos los presentes o a ese joven que emigró en busca de un futuro mejor lejos de casa. Ausencias por las cosas de la vida que a nadie se le escapan. Nunca. Da igual la gente que te rodee en ese instante. Tú tienes una lista en tu cabeza y vas tachando nombres hasta que crees que los tienes todos. Y si no llegas hasta el final, espinita clavada de las que no salen.

Es posible que yo mismo haya sido alguna vez una de esas ausencias. Seguramente todos lo hemos sido para alguien. Sin vuelta atrás para remediarlo. De hecho, echando la vista atrás al escribir esta columna, ya me salen un par de ellas para las que me gustaría viajar en el tiempo y aparecer como ese padre de película americana que finalmente llega a la función del teatro de su hija para dibujar una sonrisa eterna. Porque la presencia tiene mucho que ver con el tiempo que estamos dispuestos a regalar para los demás y eso no hay chequera que pueda pagarlo, aunque en determinadas ocasiones esas presencias tengan más intereses que el Euríbor en el último año. Nuestro bien más preciado al servicio de quien sea y para lo que sea. Estar. Simplemente estar.

En fin, hablemos de ausencias en listas electorales en La Rioja y su repercusión política porque de las presencias ya tendremos tiempo. Por el momento, sólo Concha Andreu y Pablo Hermoso de Mendoza han presentado su papeleta completa de cara al próximo 28 de mayo. Con más de dos meses de antelación a la cita con las urnas, carrusel de nombres para dar en el Parlamento la última purga a ‘la gente de Paco (Ocón)’. De los quince actuales diputados, sólo cinco repiten (contando a la propia presidenta). Fantástico mensaje para los otros diez compañeros de bancada, quienes sabían desde hace tiempo su destino final y por eso se limitaban a pulsar el botón del “sí” o del “no” a conveniencia del PSOE por aquello de respetar unas siglas.

La ausencia más llamativa es la del actual portavoz, Raúl Díaz, ese (todavía) joven dirigente político al que el pequeño Logroño del poder considera como la gran promesa socialista y su mayor activo de futuro. Explicó la presidenta el otro día en una entrevista que qué más quisiera ella que tenerlo a su lado todo el rato, pero que había sido una decisión personal del diputado. “Por favor, déjame marcharme”, le dijo, según palabras de la propia Andreu, a lo que esta le dio su beneplácito: “Márchate, pero estate cerca”. Y así, una presencia que todos daban por segura se convirtió en esa ausencia que no puedes quitarte de la cabeza como a mí me pasa desde aquel funeral de mi tío. ¿Pero cómo? Es muy fácil. Remontémonos a enero del año pasado.

Raúl Díaz vivía cómodamente a caballo entre la capital riojana y la capital del Reino como senador autonómico. Alto salario, bien considerado por el pequeño Madrid del poder, trabajo vistoso para lo que suele ser el trabajo de un senador… hasta que una mala jugada en su propia casa acabó de golpe y porrazo con su fantástica posición, beneficiando inesperadamente a Teresa Villuendas. En el proceso de purga hacia ‘la gente de Paco’ iniciado en el verano de 2020 y consumado en marzo de este año, Concha Andreu decidió enviar a su otrora mano derecha lo más lejos que pudiera a ver si así dejaba de dar la lata. Primero le ofreció ser delegado del Gobierno. Lo rechazó. Después, director generales del SEPES a razón de más de 100.000 euros anuales y prácticamente las mismas comodidades para desempeñar su trabajo que Pedro Sánchez (salvo el Falcon). Lo rechazó. Por último, senador autonómico. Esta última suponía el cese de Díaz en el cargo, lo que este acabó aceptando de poca gana. Sin embargo, Ocón tenía una última mano por jugar en la partida. Una bala en la recámara. El postre. La traca final.

Con Raúl Díaz ya dimitido como senador autonómico, Ocón compareció en rueda de prensa para decir que tararí e hizo saltar por los aires la tranquilidad socialista que quería Andreu. La guerra entre papá y mamá le estalló en la cara al niño bonito, que ahora decide dar un paso a un lado para coger aire. Es la gran ausencia del 28 de mayo, la que no podemos quitarnos de la cabeza hasta que podamos fijarnos en otras nuevas porque estamos en épocas de emociones fuertes. Y si no, basta con darse una vuelta por esas redes sociales que carga el diablo. Otra de las ausencias en la lista socialista (Ana Santos), consejera de Servicios Sociales hasta su cese en 2020, confesó que “comparte mesilla por la noche” con Pablo Neruda. “Hay pensamientos suyos a los que me uno, máxime ante la proximidad de cambio de estación. Podrán cortar todas las flores, pero no pueden detener la primavera”. A lo que Ocón le reafirma que así es. “Después de cada invierno, por muy frío que sea, llega la primavera”.

Ojalá alguien nos diga en qué estación estamos, que con esto del cambio climático el tiempo se ha vuelto loco.

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