Toros

El toreo de Diego Urdiales y la explosividad de Roca Rey triunfan en Arnedo

Llegó el primer triunfo poco antes de las cinco de la tarde en la taquilla. ‘No hay billetes para hoy’. Detrás, el cartel del festejo definía de sensacional el mano a mano que no era tal: ni por previsible, ni por competencia, ni por rivalidad, ni por conceptos. Sobre todo, por conceptos. Tan diferentes y opuestos. Tan antagónicos. Y así fue. Tan poca rivalidad hubo que hasta Roca Rey le brindó un toro a Urdiales y ni uno y otro participaron en un solo quite en el toro del compañero y, por lo visto, también amigo. Cada uno fue por su palo. Cada uno hizo lo que tan bien sabe hacer. Urdiales, torear. Roca Rey, dejar que los pitones de sus oponentes le tocaran la taleguilla. El guion establecido.

La única incógnita se fue despejando para bien hasta que al final se terminó torciendo: el juego de los toros de Luis Algarra. Vino a ser este manejable. Encierro de poca presencia, como también era de esperar. Que igual es la presentación acorde a una plaza de tercera, pero por Arnedo no hace medio año que salieron novillos con más cuajo, más remate y mayor presencia.

FOTO: EFE/Raquel Manzanares

Como iba diciendo, Diego Urdiales hizo lo más torero de la tarde y, cuando pudo, también el toreo. Como en dos series al principio de su primer trasteo con la mano derecha. Tan firme, la barbilla tan hundida, el pecho tan henchido y los riñones tan hundidos. Con ese mando con el que a todos nos gustaría manejarnos por la vida. ¡Ja! Y Urdiales iba bajando la mano y aprentándose con su enemigo hasta que este doblaba su cadera. Una y otra vez. En una baldosa que decían los revisteros, aunque hoy sin salirse del hierro de Algarra que decoraba el centro del ruedo. Los naturales no llegaron con tanta continuidad, pero… ¡ay, al final! Llegaron de uno en uno, pero qué manera de citar, de embarcar, de someter, de llevar y de soltar. Tan templado, tan torero todo.

Con más cara y alzada se presentó el tercero. Urdiales se lo brindó a uno de los suyos, a ‘Pirri’. Rebrincadito iba el de Algarra por el derecho, siempre tan informal. Urdiales le dio tiempo y sitio. Pero, sobre todo, entró a pisar terrenos de lo más comprometidos. Tan enfrontilado el cite, siempre con el pecho ofrecido. Tela el esfuerzo. Total, la disposición. Tanta como naturalidad. Fueron brotando los naturales de uno en uno. Todos tan sinceros. Tanto empaque y más naturalidad. Conservada siempre la serenidad y esa verticalidad exacta.

 

ARNEDO (La Rioja) 19/03/2023.- El diestro Diego Urdiales con el primero de la tarde en el festejo que acoge la ciudad riojana de Arnedo en un mano a mano con Andrés Roca Rey, quienes se enfrentan a reses de Luis Algarra.- EFE/Raquel Manzanares

Hubo quinto malo, que vino a ser el de mayor presencia de la tarde. Cabeceó en el peto y llegó a la muleta rebrincado, brusco, con aquel mismo cabeceo, sin mucho viaje y la cara alta. Desentendido siempre. Mostró aquel mismo compromiso Urdiales y cobró su tercera estocada de la tarde. Tres de tres.

Lo de Roca Rey fue y es otra historia. Diferente. Y a muchos gusta. Pero su toreo es otro toreo. U otra cosa. Le tocaron en suerte los dos toros más feos del encierro. El cuarto por ‘gachito’ y el sexto por cerrar en exceso la cara. Se le pidieron los dos trofeos en este último, un toro que llegó a la muleta demasiado parado. Como lesionado. Cuando Roca Rey le bajó las telas, el de Algarra se caía y cuando lo llevaba a media altura protestaba. Echó mano de sus recursos; sus pases cambiados por la espada, sus circulares y sus arrimones. Su calma en mitad de los parones. Valor lo llaman, aunque llegue con ese toro tan terciado. A este lo liquidó de un bajonazo y casi se forma un lío cuando el palco, acertadamente, le negó el segundo trofeo.

ARNEDO (La Rioja) 19/03/2023.- El diestro Andrés Roca Rey con el segundo de la tarde en el festejo que acoge la ciudad riojana de Arnedo en un mano a mano con Diego Urdiales, quienes se enfrentan a astados de Luis Algarra.-EFE/Raquel Manzanares

Su segundo tuvo más movilidad. Intentó Roca alargar en exceso el muletazo, pecó del toreo rectilíneo y, por si fuera poco, siempre se quedó mal colocado entre muletazo y muletazo, por lo que tuvo que perder infinidad de pasos. Tantos pasos iba perdiendo que hasta pareció desbordado en ocasiones. Volvió a sus circulares, sus arrimones y sus cosas y pareció salir victorioso. De la misma receta echó mano el peruano en su primero después de intentar aprovechar las inercias de un toro que se desplazaba pronto y largo. Dos series en redondos llegaron con el compás muy abierto, como forzando la figura. Una oreja premió una obra mal rubricada con la espada.

El toreo y la explosividad abandonaron a hombros el Arnedo Arena. ‘Es que son dos conceptos diferentes. No se pueden comparar’, sentenciaba cualquiera.

Plaza de toros de Arnedo. Lleno de ‘no hay billetes’.

Toros de Luis Algarra, desiguales de presentación y de juego manejable, excepto los deslucidos quinto y sexto, este quizás por lesionarse durante la lidia.

Diego Urdiales: oreja, oreja y saludos.

Roca Rey: oreja, oreja tras aviso y oreja con petición de la segunda.

Subir