El Rioja

La viticultura más expresiva en voz de Marcos Eguren

Como una buena familia de viticultores de San Vicente de la Sonsierra, el proyecto de Bodegas y Viñedos Sierra Cantabria está enfocado en extraer la máxima expresión y pureza del viñedo en una tierra que, en palabras del veterano Marcos Eguren, “solo ha conocido la viña como cultivo viable” y con el tempranillo como la variedad reina en la bodega. “Y en la zona de la Sonsierra, porque aquí son escasas las viñas de garnacha que hay, ni viejas ni jóvenes, por no hablar del graciano que tiene las condiciones idóneas para madurar bien”.

Así que la gama de vinos con la que la familia Eguren ha participado en la segunda jornada del III Ciclo de Catas Underground celebrada este miércoles ha contado con tres tintos con el tempranillo como pieza clave, así como un blanco donde el sauvingnon blanc toma importancia para demostrar también su “perfecta adaptación” a los terrenos de Rioja. La jornada, organizado por NueveCuatroUno y Calado by Criteria, de la mano de Argraf, Cartonajes Santorroman, Cork Supply, Ramondin y Tonelería Magreñan como patrocinadores, puso sobre la mesa el Sierra Cantabria Blanco 2022, Sierra Cantabria Cuvée 2018, San Vicente 2019 y Victorino 2020, procedente de la bodega Teso La Monja en la DO Toro.

“No nos gusta poner etiquetas a nuestros vinos”, sentenció Eguren. “Que si ecológico, que si sostenible, que si viticultura razonable o de respeto,… Siempre digo que nosotros hacemos una viticultura de los bisabuelos, pero aplicando unas tecnologías avanzadas en el estudio de los suelos para conocer las zonas más y menos productoras. Porque aquí todo se rige por el viñedo”, matiza.

Y así nace su San Vicente, de la bodega Señorío de San Vicente, que defiende la filosofía de una viña, una bodega y un vino. “Estuvimos durante casi diez años buscando el tempanillo que mejor se adaptara a nuestro clima y a nuestra forma de trabajar la viña, pero resultaron ser varios clones los que encontramos. Cogimos los sarmientos menos productivos aunque a mi padre le costara entender esto, y con ellos plantamos la viña La Canoca de la que emana este vino”.

El enólogo “y viticultor ante todo” dejó otro apunte en las notas de cata, esta vez de la mano del Sierra Cantabria Cuvée. Porque habrá quien reconozca que este término se emplea para los ‘champagnes’, pero los franceses se referían a él como “una elaboración precisa enfocada a conseguir la máxima expresión de ese viñedo con mucha finura”. Y entre vino y vino, el director de orquesta de la cata lanzó una reflexión acerca del funcionamiento de la DOCa Rioja: “Esta sigue siendo una región de números donde no se mira la importancia de los suelos y microclimas. Se habla de tiempos de crianza, de edad del viñedo o porcentaje de producción que ha de tener la parcela para tener la categoría de Singular, y en base a esos números se determina la calidad del vino. Pero lo que hay que mirar con más atención de esos suelos y subsuelos, del trabajo de viticultura que se realiza, de las condiciones meteorológicas,…”.

La guinda de la cata llegó con el turno del foráneo. “Hay que ser valiente para presentar un vino de Toro en Rioja”, pero los Eguren lo fueron al decidir emprender el viaje a otra DO para buscar la excepcionalidad y la finura en una región conocida por la robustez en sus vinos. Allí se toparon con viñedos de más de cien años y con pie directo, sin injertar, ya que la filoxera no hizo el daño que sí dejó en tierras de Rioja gracias a la estructura de los suelos, con raíces profundas en una tierra arenosa, con grava y arcilla a casi dos metros de profundidad.

“Lo que vimos allí nos enamoró desde el primer momento, con una viña sobre cantos rodados con orientación nor-noroeste que permite tener entre dos y tres grados menos. Una viña que da unas uvas de exposición, pero con una producción limitada a menos de 2.000 kilos por hectárea. Y un vino con una acidez marcada pero elegante que refleja la esencia de Toro, pero siendo diferente a lo que se hacía allí antes”, describe Eguren mientras las botellas de Victorino 2020 recorren las mesas del Calado y los asistentes se dejan sorprender.

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