El Rioja

Bodegas Franco Españolas cerró 2022 con 62.598 visitantes

Calidad y sostenibilidad son claves en el auge enoturístico de Bodegas Franco-Españolas, que ha cerrado el año 2022 con un total de 62.598 visitantes, lo que supone unos ingresos por actividad de 1,2 Millones de euros y un crecimiento del 115 por ciento, respecto a 2021.

La bodega centenaria de la DOCa Rioja marca cada año la tendencia del sector enoturístico, del que fue pionera en el año 2009 con un concepto novedoso que va más allá de la visita tradicional, y que une cultura y vino con un programa ambicioso de actividades a lo largo del año. El número de usuarios de la propuesta cultural ha superado los 22.000 posicionando a Franco-Españolas como centro cultural de referencia en La Rioja.

El perfil del enoturista responde a parejas o grupos de amigos con una edad comprendida entre 35 y 55 años, principalmente españoles provenientes de comunidades próximas como País Vasco, Castilla y León, Navarra y Aragón, y también de Madrid, Barcelona y Valencia. Se ha notado un descenso del turismo familiar respecto a años pre-pandemia y un acercamiento del segmento entre 20 y 30 años, lo que denota un creciente interés de los más jóvenes por la cultura del vino. 

El turista internacional supone un 24 por ciento de la totalidad y se concentra principalmente en los meses de junio a septiembre. El 96 por ciento es de habla inglesa y el 4 por ciento francesa, y se han recuperado totalmente mercados clásicos como el Reino Unido, Francia, Italia, Portugal o Estados Unidos, y también los países emisores iberoamericanos habituales como México y Colombia.

Para Borja Eguizábal, director General de Franco-Españolas, “tenemos un compromiso por devolver a la ciudad de Logroño tanto como recibimos de ella. Nuestra inversión propia en la actividad cultural ha ascendido a 150.000 euros y sumamos el apoyo del Ayuntamiento de Logroño y el Gobierno de La Rioja. Muy importante también resaltar nuestro compromiso social, que supone el 1,7 por ciento de la facturación por visitas, repartido este año de la siguiente manera: 3.000 euros de ingreso directo a dos ONGs riojanas, 4.800 euros en cesiones de visitas a grupos en riesgo de exclusión”.

Según Elena Pilo, directora de enoturismo, “nuestro objetivo es generar espacios culturales donde el público local y el turista puedan compartir y respirar la cultura del vino mientras disfrutan de teatro, música, cine, arte o moda. La calidad y la sostenibilidad en las visitas son la clave de nuestro posicionamiento”.

Expectativas y retos para 2023

La expectativa de crecimiento para 2023 es de un 8 por ciento y un incremento en los ingresos del 18 por ciento, incluyendo el turismo de negocio (MICE), ya prácticamente recuperado.

El sector enoturístico en general y el turismo gastronómico suponen una oportunidad para la diversificación de la oferta turística nacional y la mejora de la competitividad. Algunos retos estructurales como la alta estacionalidad de la demanda o la concienciación social tienen un aliado en este tipo de turismo. Pero no cabe duda de que la dificultad de retención y captación  de talento y la falta de estrategias coordinadas entre las administraciones y las empresas son el principal desafío a corto plazo. 

En este sentido, Elena Pilo plantea retos para la bodega: “Repensar el modelo para adaptar la oferta de manera eficaz a las expectativas de nuestros clientes es una constante. El enoturismo es para nosotros un fuente de información espectacular sobre el comportamiento del cliente final, de su experiencia con nosotros, obtenemos datos que nos permiten, no sólo personalizar la comunicación, sino trabajar de manera predictiva en otras áreas de la compañía. La actividad turística y cultural de nuestra bodega tiene el objetivo de, no sólo divulgar la cultura del vino y comunicar su identidad corporativa y sus marcas Bordón y Diamante, si no además explorar a través de ella momentos de consumo de vino responsables y poco habituales”.

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