El Rioja

La incertidumbre impera en Rioja

Vendimia en Rioja Oriental. | Foto: Leire Díez

Destruir uva, ¿y también vino? El año comenzó convulso en la DOCa Rioja con unas ventas reales (255 millones de litros) muy lejos de las perspectivas fijadas en el Plan Estratégico para el 2022 (270 millones de litros) y ahora toca poner las cartas sobre la mesa para decidir qué se hace con tanto vino guardado en la recámara.

El recorte en los rendimientos de producción era de prever, pero nadie hasta la pasada semana había hablado de cifras y porcentajes. El primero en hacerlo fue el grupo vinícola Pernod Ricard y la histeria se extendió por toda la denominación. Ese 85 por ciento marcado por quien responde del 10 por ciento de las ventas de todo Rioja ha fijado un punto de partida y a ver quién lo sigue. El Consejo Regulador todavía no se ha pronunciado, aunque se reunirá en esta primera quincena de febrero para debatir al respecto, pero las diferentes organizaciones agrarias ya reclaman un consenso cuanto antes para “ser responsables con el sector”.

Para la UAGR-COAG “se ha cruzado una línea roja” con esa reducción de rendimientos en campo: “Creo que no habría que bajar más del 10 por ciento porque llevamos tres años en los que está recayendo todo el esfuerzo sobre los riñones de los viticultores y ellos también tienen que vivir. ¿Qué pasa con las bodegas? Creo que ya es hora de que ellas arrimen también el hombro y reduzcan los niveles de transformación de vino. Pero es cierto que hay que dar una vuelta a las ayudas que se den a la vendimia en verde y la destilación para dar un precio razonable que sea rentable, a la vez que se debe descartar la ayuda al almacenamiento porque no sirve de nada almacenar un vino que luego va a acabar saliendo al mercado”.

Postura diferente la que plantea UPA La Rioja, que defiende reducir al máximo los rendimientos tanto en campo como en bodega, es decir, un 85 y un 66 por ciento, respectivamente. “Ya defendimos esto en junio del año pasado porque ya entonces se veía el tremendo problema de existencias que había, pero la diferencia de posturas se reflejó en un debate por ese cinco por ciento para la uva de mesa y creo que en las condiciones actuales hablar de producir vino de mesa en Rioja no tiene cabida. Lo que hay que primar es reducir el producto que hay en el mercado defendiendo la calidad a toda cosa”, señala Néstor Alcolea, el secretario de la organización.

El análisis del sector es muy claro y los números, “tozudos”. Alcolea se remonta a la campaña 2021 para reflejar la magnitud del problema: “Ese año se acordó bajar los rendimientos de producción al 95 por ciento, lo que derivó en 281 millones de litros amparados, pero solo se vendieron 254 millones. Para este año creo que se ampararán algunos litros más y, en el mejor de los casos, se sacará al mercado la misma cantidad de vino que en 2021. Pero con ese 85 y 66 por ciento de rendimientos en campo y bodega al menos entraría prácticamente el mismo volumen de vino que se vendería después, evitando engordar el problema que existe. Es que estamos comercializando lo mismo que hace quince o veinte años, pero con un potencial productivo muchísimo mayor, así que toca ser responsables con el sector y llegar a un acuerdo razonable entre todos porque si no se quedará gente por el camino”.

ARAG-ASAJA, por su parte, ya dejó claro la pasada semana que se han de aplicar “medidas coyunturales y estructurales” para hacer frente a esta crisis de ventas, pero que sean “medidas que afecten tanto a productores como elaboradores”. La organización agraria califica de “valiente” la decisión de Pernod Ricard, pero recuerda que para ello “ha de cuantificar el valor de la uva de sus proveedores para esta vendimia y que se mantenga la rentabilidad del viticultor para obtener así uvas de calidad”.

El secretario general de la organización agraria, Igor Fonseca, reconoce que el futuro de Rioja se atisba “incierto”, pero apuesta por la recuperación siempre y cuando entre los diferentes agentes se logre un consenso: “Esto es algo obligado porque de no llegar a un acuerdo se acabaría fijando el rendimiento tipo que son el cien por cien en campo y el 70 por ciento en transformación en bodega, algo que sería fatal para toda la denominación y, en especial, para los viticultores”. Todos vamos a plantear propuestas para fijar las Normas de Campaña de este año, pero ninguna organización se puede quedar dentro de sus líneas rojas que dice no traspasar. Hay que tratar de limar cada postura para lograr un acuerdo entre productores y elaboradores”.

Sin postura fijada

El sector bodeguero todavía no ha puesto sus cartas sobre la mesa mientras continúan los debates internos para fijar una postura. El Grupo Rioja aún no ha cerrado las cifras de ventas de 2022 para adentrarse a tomar medidas que hagan frente a esta situación. “Estamos contemplando todas las medidas pero tenemos que debatir sobre ellas, como ese ajuste en la producción en campo para la cosecha 2023. Pero no vale solo con eso, sino que también abordaremos diferentes fórmulas para reducir el volumen de existencias de vino que tenemos y medidas complementarias que hagan mejorar nuestros vinos”, señala Íñigo Torres.

Ante las demandas de las organizaciones agrarias, insiste en que “ese esfuerzo de reducir rendimientos en campo que asumen los viticultores suponiendo un beneficio, como que suba el precio de la uva o al menos no baje tanto, es compartido también por las bodegas, ya que estas sufren a su vez las consecuencias de que haya menos oferta de uva para vender y que los costes de abastecimiento de la bodega a la hora de hacerse con esa uva se incrementen o no bajen tanto”. Se abre así un periodo de negociaciones en el que Grupo Rioja apela también a ese consenso “para acordar soluciones reales que logren que el sector se reequilibre, que es lo fundamental”.

Por otro lado, las cooperativas aguardan también a su próxima asamblea, prevista para las dos primeras semanas de febrero, para marcar una ruta “con medidas bien meditadas porque de toda decisión habrá unas consecuencias positivas y otras negativas”. Julián García, gerente de la Federación de Cooperativas Agrarias de La Rioja (FECOAR), insta a “no ser precipitados ni generar pánico, porque aquí está en juego la rentabilidad de las explotaciones y cada vez el problema se está volviendo más coyuntural que estructural”. Recuerda además la diversidad de modelos cooperativistas que existe en Rioja, por lo que el planteamiento de la federación buscará cubrir las sensibilidades de la mayoría.

“Rioja acumula unas tres cosechas y en muchas cooperativas se está tensando la cuerda, llegando incluso algunas al límite de la rentabilidad”, advierte. FECOAR resalta, además, que las medidas complementarias que se baraja aplicar para esta campaña como la vendimia en verde “no tiene mucha cabida en el modelo cooperativista de Rioja, aunque de llegar una dotación económica acorde se podrían valorar fórmulas. Ahora hablan de unos 15 millones de euros para la cosecha en verde a repartir entre todo el país y que provendrían del presupuesto del antiguo PASVE, pero esto es una miseria y La Rioja no saldría bien parada”. Tampoco se muestra a favor de la destilación en crisis porque, asegura, “el problema en Rioja no esta en el vino joven, sino en el vino criado y es muy complejo destilar este producto que ya está en depósitos y barricas”. Se pone sobre la mesa así una reflexión sobre las consecuencias de unas decisiones aún por tomar en el sector y que determinarán el devenir de la denominación no solo en esta próxima vendimia 2023.

Subir