No existe en la actualidad un punto más ‘caliente’ en el planeta que Ucrania. Casi un año después del inicio de la guerra no han cesado las hostilidades y, según fuentes de Kiev, las tropas rusas podrían haber cometido la friolera de más de 50.000 violaciones de las leyes internacionales.
Para verificar los hechos, Naciones Unidas ha creado una comisión independiente que se traduce en la presencia sobre el terreno de especialistas en investigación, entre ellos, del Equipo Policial de Apoyo (EPA), que integran once efectivos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, con una presencia destacable del Grupo de Acción Rápida (GAR) del instituto armado, acuartelado en Logroño.
Un equipo de Televisión Española (TVE) ha conocido esta semana cómo trabajan estos agentes, que recogen pruebas esenciales de cara a futuros procesos para juzgar crímenes de guerra. Mientras la Policía y la Guardia Civil recaban pruebas con el uso de la tecnología más puntera, las hostilidades no cesan.
“Las mayores amenazas a las que nos enfrentamos son los misiles y los drones suicidas”, explica el teniente Solana del GAR, mientras realiza otra labor fundamental en su misión: minimizar los efectos de la barbarie bélica.
Porque además de llevar a cabo pesquisas sobre crímenes de guerra (la ONU ya ha reconocido casi medio centenar de casos), los efectivos del EPA también documentan los daños sufridos por infraestructuras básicas -como una central eléctrica en las inmediaciones de Kiev- para que su reconstrucción se inicie a la mayor brevedad posible.
