A los problemas de abastecimiento se suma desde hace ya varios meses un importante encarecimiento de las botellas de vidrio que sufren las bodegas. Poco ha cambiado el escenario desde el año pasado cuando ya se empezaron a palpar los primeros obstáculos a la hora de hacerse con envases de cristal.
Retrasos en los envíos de proveedores, litros de vino sin envasar, reorganización de los embotellados… Una crisis a la que las bodegas se han visto obligadas a acostumbrarse mientras que las vidrieras y distribuidoras son quienes tienen la sartén por el mango. En este contexto, el sector lamenta las exigencias que se están dando por parte de dichas proveedoras a la hora de reclamar pedidos de mayor volumen o concentrar más botellas en el mismo envío para ahorrar costes en el transporte.
“El precio de la botella ha llegado a subir en torno a un 30 o 40 por ciento, pero como se necesita vidrio las bodegas apenas tienen margen para discutir con las proveedoras, que funcionan como un oligopolio”, señala el presidente de la Asociación de Bodegas de Logroño, Borja Eguizábal, donde se incluyen.
Un sobrecoste que las bodegas a su vez han tenido que asumir reduciendo así sus márgenes de beneficio, al tiempo que lo han repercutido en la medida de lo posible sobre su producto final. “Pero esto es complicado cuando existe tal competencia, porque si uno es muy agresivo con la subida del precio final, es probable que tu cliente se vaya a buscar vino a otro sitio”, reconoce.
En Bodegas Altanza los problemas de stock de vidrio tampoco han sido de gravedad. “Nuestro proveedor habitual no nos ha fallado, pero con algún tipo de botellas sí que nos hemos tenido que mover y, afortunadamente, las hemos encontrado en proveedores locales”, reconocen.
Por otro lado, en el caso de su Edulis Crianza, cuya botella va grabada, sí tenido que sacar al mercado algunos lotes con botellas diferentes ante la paralización de los fabricantes por los altos costes energéticos que implica este tipo de vidrio.
