Educación

Aulas en colegios para los más peques de la casa

Entrar en el colegio Sáenz de Tejada de Quel este año resulta toda una novedad. Una amplia aula en la que entra la luz por unos inmensos ventanales acoge a los más pequeños del cole. Unos ríen, otros protestan, incluso cae alguna lágrima… pero a todos ya se les ve como en casa.

El proyecto de aulas para niños de uno y dos años ha arrancado este curso en cinco centros públicos. Dos están en Logroño, otros dos en Badarán y Anguiano y el último aquí, donde su directora, Elisa García, enseña con orgullo el trabajo que se ha realizado para que los más pequeños puedan empezar sus clases este curso. Una fórmula que consigue que las familias puedan compaginar sus trabajos con la crianza de los chiquitines de la casa, que ha apostado por un municipio en el que no había escuela infantil y en el que los más pequeños tenían que trasladarse a municipios cercanos para poner iniciar sus primeras clases.

“No ha sido fácil porque al tratarse de una novedad ninguno de los colegios que hemos empezado sabíamos muy bien cómo lo teníamos que hacer, hasta agosto no teníamos información precisa y por eso costó arrancar”, cuenta. En un principio se pensó en hacer una edificación aislada en el patio pero finalmente se amoldó un aula para poder hacerlo allí, en los mismo pasillos que sus compañeros de cole.

“Se han hecho unas pequeñas obras que nos han permitido tener este aula, la verdad es que no pensábamos que iba a quedar tan bien como ha quedado”, se sincera. En ella se encuentra todo lo necesario para acoger a doce niños de entre uno y dos años. “Se trata de un aula mixta por eso tenemos un ratio de 12 niños, hay que tener en cuenta que algunos van a cumplir un año en lo que queda hasta diciembre y ni siquiera andan”.

Así el aula cuenta con una cuna para poder trasladarlos al patio, unas colchonetas en las que gatean los mas pequeños, espejos, baños más amplios, cambiadores y varias mesas en las que los que ya tienen dos años puedan hacer sus actividades. Pañales, toallitas y juguetes a cambio de pupitres y pizarras.

Todo ha ido marchando a la perfección con el paso de las semanas. “Como los padres no sabían muy bien cómo iba a funcionar, ya tenían elegidos otros centros. Comenzamos con tres alumnos pero el boca a oído ha hecho el resto y en cuestión de unas semanas completamos las plazas que teníamos previstas con niños que ya estaban apuntados en otros centros infantiles”, recuerda.

La elección del centro para llevar a cabo este nuevo proyecto no ha sido casual. “Se eligió Quel porque el año pasado hubo problemas de espacio en la Escuela Infantil de Arnedo y había varios niños que eran de aquí”. Ahora no sólo tienen niños de su municipio sino también de otros cercanos. “Tenemos un niño de Muro de Aguas y alguno más de Calahorra”, explica.

A cargo de los niños hay asignadas una maestra de infantil y una auxiliar. “El material lo compramos un poco a ciegas, nos pusimos de acuerdo los centros que íbamos a comenzar con este proyecto para hacer todos más o menos lo mismo”, dice Elisa García, que reconoce estar inmensamente contenta con el resultado.

Los más pequeños están gateando en el suelo, juegan con botellas de plástico llenas de arroz, lentejas… sorprendiéndose de los sonidos que producen. Los que ya son un poco más mayorcitos mezclan colores en su gran mesa. “Que estén en un centro y no en una escuela infantil aislada tiene algunas ventajas”, asegura la directora. Durante algunas horas pasan por allí la profesora de inglés y la pedagoga, además se van acostumbrando al centro de cara al próximo curso en los que algunos de ellos tendrían que empezar su enseñanza de infantil.

Las entradas son diferenciadas del resto de alumnos, también los recreos. “Los sacamos a eso de las diez y media de la mañana, al principio los sacábamos al parque porque el suelo está acolchado pero vimos que era bastante locura así que ahora sacamos colchonetas y hamacas a nuestro patio y aquí van disfrutando de ese ratito al aire libre”, dice.

A las doce y media se les da de comer y a las dos ya pueden irse a casa. “El comedor es obligatorio pero luego los padres que quieren los pueden dejar hasta las cuatro y se van ya con la siesta echada”, explica.

Lo más complicado ha sido el periodo de adaptación. “Habitualmente con los niños de Primero de Infantil tienes uno o dos días de adaptación, con estos tan chiquitines hemos utilizado prácticamente todo el mes de septiembre”.

Para Elisa García este nuevo servicio es muy importante especialmente para los colegios que se encuentran en entornos rurales. “Hay muchas veces que las familias tienen que optar por escuelas infantiles en otras localidades más grandes y una vez allí, los niños se escolarizan en esos municipios. Es una forma de apostar por el mundo rural y que las familias tengan todos los servicios que hay en ciudades más grandes”.

La realidad es que las familias están encantadas con la posibilidad de que los niños entren en los colegios un par de años antes y ya son muchas las que preguntan las posibilidades del centro para próximos años.

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