La Rioja

La emotiva presentación de Francino desde La Laurel

Apoyado en una pared de La Laurel, como esperando a la cuadrilla con la que va a tomar la próxima ronda de pinchos, Carles Francino comenzaba este viernes La Ventana en la Cadena SER. Su voz inconfundible iba dando un paseo, a las cuatro en punto de la tarde, y comprobando de primera mano la vida de la que es, sin lugar a dudas, la calle más reconocida y reconocible de La Rioja. Un paseo cotidiano para muchos riojanos en ese momento en el que la calle empieza a recogerse tras el bullicio de la hora de comer. Un recorrido emotivo que “nos reconcilia con muchas cosas de nuestra convivencia” en un lugar que el periodista catalán calificó como ‘pincholandia’.

Así iba explicando poco a poco el por qué de ese programa y el por qué de iniciarlo en la calle Laurel. “Hace un año (un año y seis días para ser más precisos) ocurrió una cosa en un lugar de La Rioja del que sí quiero acordarme, San Millán de la Cogolla, donde estábamos abriendo una ventana, como hoy”, comentaba. “Durante una conversación (entonces estábamos a medio gas y bastante acongojados aún por la amenazada de la pandemia) surgio la posibilidad de recuperar un día para la radio una de esas arterias de vida que tenemos por España y que en el caso de Logroño es la calle Laurel”, decía.

 

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Y así iba adentrándose en la vida cotidina de “las cuatro calles que conforman esta marca que reúne más de 65 bares” y que en esos momentos contaba con los “últimos rezagados”, iba narrando. “Una chica rubia bebiendo un vasito de sidra que su amiga se la ha escanciado con más voluntad que acierto”, describía tras charlar “con cuatro peregrinos que llegan de Palma después de hacer el Camino de Roncesvalles y que están reponiendo fuerzas en un territorio que podríamos calificar como Pincholandia”.

Y así se centraba en lo nuclear de la calle. “Porque la oferta gastronómica realmente variada, tradicional. Arterias de vida que nos reconcilia con muchas cosas de nuestra convivencia: los bares, la socialización, las ganas de acercarnos, de tocarnos, de superar los problemas juntos, a ser posible. Todo eso se respira en esa calle”, decía el veterano periodista.

Y después de pasar por la calle Albornoz y la plaza San Agustín llegaba a su destino entre los restos de la “batalla” que se había vivido horas antes en esas calles. “En este último año han pasado muchas cosas, algunas buenas, seguramente no muchas, otras regulares, y otras francamente malas. Una de las cosas que han pasado buenas es que aquí desde hace un tiempo una biblioteca lleva el nombre de Almudena Grandes”, decía comenzando el programa con una emoción que se dejaba sentir en toda la biblioteca riojana.

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