La Rioja tiene una media de 7,8 anestesistas por 100.000 habitantes, inferior a la media nacional, fijada en 10,4, lo que la sitúa entre las comunidades a la cola de la clasificación, según la Sociedad Española de Anestesiología (SEDAR).
SEDAR ha denunciado la disparidad en el número de profesionales de anestesiología y reanimación entre comunidades, con Cataluña y la Rioja a la cola de la clasificación, que encabezan Cantabria y el País Vasco.
Así lo han señalado este martes en la presentación de la campaña “Dónde está mi médico anestesista? quiero conocerlo”, que han lanzado con motivo de la celebración el próximo 16 de octubre del Día Mundial de la Anestesiología.
Según el informe del Ministerio de Sanidad “Oferta y necesidad de especialistas médicos en España (2010-2025)”, Cantabria (15,9), País Vasco (15,3) y Navarra (14,8) son las regiones con más anestesistas por cada 100.000 habitantes. Mientras que Cataluña cuenta con 6,5 profesionales anestesistas, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla con 7,7 y La Rioja con 7,8, frente a la media de 10,4 de toda España.
En la última convocatoria de plazas de Formación Sanitaria Especializada (MIR), del pasado 22 de septiembre, el Ministerio de Sanidad ha ofertado 407 plazas en las pruebas selectivas de anestesiología y reanimación, la mayoría de ellas en la Comunidad de Madrid (72), en Cataluña (71) y en Andalucía (63).
Con la campaña de SEDAR lanzada hoy, los anestesistas pretenden sensibilizar y concienciar a la población de la importancia de saber quién será su médico anestesista, tanto dentro como fuera del quirófano.
“El paciente tiene que estar directamente informado”, ha expresado en rueda de prensa el presidente de SEDAR y jefe del Servicio de Antestesiología del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid), Javier García.
En este sentido, SEDAR ha insistido en la necesidad y obligatoriedad de que el médico anestesista tiene que ser un profesional distinto al que realiza el procedimiento diagnóstico o invasivo, ya que se encarga de controlar sus constantes vitales y de vigilar su seguridad.
Los retos de esta práctica, con el fin de mejorar la calidad de vida, pasan por una comunicación adecuada (mediante la sociedad científica y los medios de comunicación) y un incremento continuo de competencias para mejorar la seguridad del paciente, según ha indicado SEDAR.
