Agricultura

La sequía amenaza con reducir a la mitad la cosecha de aceite en La Rioja

FOTO: EFE/Raquel Manzanares.

Pilar Mazo.- La Rioja prevé una cosecha de aceite 2022-2023 corta, entre un 40 y 50 por ciento menos en el cómputo global, debido a la sequía, pero de buena calidad, ya que ha sido un año de ausencia de plagas y enfermedades y el fruto que permanece en el árbol está sano.

Es la impresión transmitida a Efe por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Aceite de La Rioja y agricultores de almazaras de esta Denominación, que ampara a 1.256 hectáreas, con 700 olivicultores inscritos, 14 almazaras, 1 envasadora y 70 marcas.

“Es muy difícil cuantificar la reducción de la cosecha del olivo de esta próxima campaña, cuya recogida se prevé a mediados de octubre, ya que las condiciones climáticas adversas han afectado, sobre todo, al olivar de secano y no tanto al de regadío”, aunque se estima una reducción de entre un 40 y un 50 % respecto a la del año anterior en el cómputo global de La Rioja.

Así lo explica la presidenta del Consejo Regulador de la DOP Aceite de La Rioja, Clara Espinosa, quien precisa que, en el caso de la oliva acogida a esta Denominación, se espera que la disminución no sea tan drástica por el número de fincas de regadío.

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En la campaña pasada se recogieron en La Rioja casi 2,4 millones de kilos de aceituna con DOP y, con un rendimiento del 20 por ciento, se obtuvieron casi 500.000 litros de Aceite de La Rioja, según los datos del Consejo, que califica de “normal” la cosecha, en lo referente al cómputo cuantitativo de kilos.

Cosecha corta

En la misma línea, se han pronunciado a Efe miembros de la Almazara Riojana, de Aldeanueva de Ebro; y del Trujal 5 Valles, de Arnedo.

Javier Allo, de la almazara de Aldeanueva, sostiene que la cosecha se prevé muy corta, en especial en las variedades autóctonas, como royuela, redondilla y empeltre, que se vieron muy afectadas por los picos fuertes de calor.

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En estas variedades autóctonas, de secano, la previsión es de una merma de cosecha que podría llegar a un 80 o 90 por ciento respecto a un año normal, ha añadido; mientras que en la arbequina, que no es autóctona, se estima que haya parcelas en las que la reducción de la cosecha pueda alcanzar hasta el 50 por ciento porque su floración no estuvo tan afectada por ese calor.

Sara Pérez Viguera, del Trujal 5 Valles, subraya que “los secanos estarán prácticamente sin oliva y en el regadío se están registrando muchas dificultades”, con lo que la cosecha se prevé “muy corta”.

Reconoce que “es aventurado dar cifras de cosecha”, pero la estimación en este trujal es de una producción inferior al 50 % respecto al año pasado e, incluso, “de seguir así la situación meteorológica, estaremos por debajo de ese dato”.

Estado sanitario muy bueno

Por su parte, la presidenta del Consejo Regulador recalca que la única nota positiva de esta campaña ha sido la ausencia de plagas y enfermedades, por lo que la oliva que queda en los árboles presenta un estado sanitario “muy bueno”. Asegura que para que la aceituna llegue a la recolección en buen estado, es muy importante que llueva y que la temperatura sea suave.

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De esta manera, la aceituna que permanece en los árboles podrá engordar y llegar a la cosecha en un estado de maduración adecuado, por lo que este mes de septiembre y octubre son determinantes.

“Nos enfrentamos a una campaña escasa de producción y con unos costes disparados de producción, electricidad, combustibles y fertilizantes, entre otros. Una situación muy complicada para los agricultores”, advierte Pérez Viguera.

Por ello, “si no llegan las lluvias para este ultimo trimestre, será muy complicado la recolección de la siguiente campaña”, afirma.

El olivo, un cultivo en plena transformación

“Cada año se van sumando a la Denominación las nuevas extensiones de olivo que se plantan en la región”, ha detallado Espinosa, “pero también se dan de baja algunos olivares antiguos, cuyo cultivo se abandona por la falta de rentabilidad y porque sus propietarios censan su actividad laboral”.

El olivo, explica, es “un cultivo en plena transformación en La Rioja”, ya que “nuevos olivares más modernos y sofisticados, dispuestos en marco superintensivo y adaptados a técnicas de cultivo, hacen el olivo más rentable, ganan terreno y empiezan a dibujar un nuevo paisaje”.

En cambio, “también se produce el abandono de olivares antiguos, que en la mayoría de los casos son pequeñas extensiones con pocos árboles, por su falta de rentabilidad”.

La política de promoción del Consejo Regulador, informa, es “ir llegando a nuevos mercados, a medida que vaya creciendo el sector” y su apuesta es por los mercados de proximidad.

Desde ambos trujales se considera que las perspectivas de futuro en el sector no son muy desfavorables a pesar de la escasez de aceituna, dado que el mercado empieza a demandar aceites de calidad, un eslabón en el que se encuentra el aceite con DOP de La Rioja.

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