Hoy tengo fiesta, hora punta de ir a trabajar desde mi ventana…. ni una bici ha pasado que no fuera a hacer deporte. Ni en una ciudad plana como la mía tengo la esperanza de que esto cambie por iniciativa ciudadana; dependemos de los políticos.
Pero para hacer esta transformación, los políticos tienen que ser valientes y quizás un poco locos porque enfrentarse al ‘statu quo’ es difícil; el mundo de los conductores es más ruidoso y poderoso y la tendencia a dejarlo todo como está es fuerte y cómoda.
Nuestro Gobierno local de Logroño sí que parece de ese pelaje, quizás porque han viajado y han visto cómo la bici se utiliza, no ya en Amsterdam o Copenhague, sino en las planas ciudades de Francia, incluso en Valencia. Se utiliza a un nivel mucho más avanzado, permitiendo contradirecciones y giros a la derecha con semáforo en rojo, medidas que aquí serían de ciencia ficción. No pido yo tanto.
Nuestros políticos locos hacen lo que creen que tienen que hacer, sin miedo a la no reelección. Lo hacen ya no por contaminación o ruido, ya que poco a poco los coches se irán electrificando; sino por una cuestión de distribución del espacio. Los peatones han ganado ya muchísimo, ahora le toca a los vehículos unipersonales ligeros.
Hace poco discutía el tema con un amigo y me decía que hacer eso aquí es imposible porque no hay cultura de la bicicleta; le respondí que también había cultura de fumar en los bares, así que no pierdo la esperanza de que veré ese cambio de cultura.
Porque si se dan aparcamientos y carriles seguros, no ya en la ciudad, sino a los pueblos y polígonos adyacentes; si ir en bici se vuelve guay y no hippie (¿qué tal una campaña con famosos?), si se fomenta la adquisición de la bici eléctrica para los que tengan más dificultades o perezas; la bici y el patinete irá ganando terreno… por lógica. Y si no fíjense en Rincón de Soto.
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