Agricultura

La cosecha del cereal baja el telón en un “mercado revuelto y volátil”

Foto: EFE/Raquel Manzanares

Los labradores ya han recogido su hoz y la zoqueta, o mejor dicho, sus cosechadoras. Apenas quedan pendientes los últimos trigos y alguna que otra colza todavía por segar que pondrán punto y final en los próximos días a una campaña mermada en producción, entorno a un 30 por ciento menos, y con mucho calor a pie de rastrojo.

Los rendimientos medios en la región rondan los 3.700 kilos por hectárea en los trigos y de 4.000 para las cebadas, mientras que la colza se ha quedado en unos 2.500 (el año pasado alcanzó los 3.500 kilos por hectárea, aproximadamente). “Este año ha salido mejor la cebadas que el trigo y es que se ha visto menos peso específico en las zonas más tardías ya que el calor les pilló justo en el momento clave”, indica Pepe Moneo desde la Cooperativa Garu de Santo Domingo de la Calzada, quien insiste en la gran desigualdad de producción que muestran unas parcelas respecto a otras.

Además, las normas establecidas por el Gobierno regional para prohibir relaizar labores agrícolas por encima de los 35 grados, ante el riesgo de incendios forestales, no han entorpecido la labor de los agricultores. “Paraban unas horas a la hora de comer, pero luego podían alargar más por la noche o empezar antes por la mañana porque no había nada de humedad. Así que el que ha querido ha cosechado las mismas horas, solo cambiando un poco el ritmo”.

Lo que mantiene en una incertidumbre constate al sector son las idas y venidas de los precios. A lo largo de la cosecha, las lonjas han variado sus niveles con una evolución a la baja de unos 30 euros. A finales de mayo, la cebada rondaba los 348 euros por tonelada, pero ahora se coloca en los 312. De igual forma, el trigo ha pasado de los 360 euros la tonelada a los 330.

“Los mercados de futuros están muy revueltos”, señala Moneo, “con mucha volatilidad, así que no se pueden hacer previsiones a medio o largo plazo”. Las operaciones están prácticamente paralizadas ante la gran oscilación de precios. “Ahora mismo nadie se atreve a vender ni a comprar y, aunque tengamos estos precios tan elevados, la rentabilidad para el agricultor va a ser la de años normales o incluso algo más escasa por los elevados costes de producciónque han tenido que afrontar”, recuerda.

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