La Rioja

Libros cerrados, ojos bien abiertos en la piscina

Jaime López tiene 16 años pero tuvo claro desde hace algunos meses que su verano iba a ser un combinación perfecta entre el trabajo y el disfrute personal con sus amigos. Amante de la natación, uno de sus compañeros de afición ya probó la experiencia el año pasado y, bajo su consejo, decidió sacarse el título de socorrista y así poder trabajar, al menos, los meses de junio y julio en cualquiera de las piscinas que pueblan los municipios de La Rioja. “De momento tengo contrato para junio y julio, después la empresa decidirá si sigo en agosto y septiembre”, cuenta.

Mientras los demás disfrutan de baños, meriendas, horas de sol, juegos de cartas… él está atento a todo lo que va pasando en la piscina. Desde hace unas semanas es uno de los encargados de mantener la seguridad en las piscinas municipales de La Planilla, en Calahorra. “Mi amigo estuvo en año pasado en las de Pradejón y me dijo que era un trabajo que se podía hacer perfectamente en verano y decidí probar la experiencia, que además sacarse un dinerillo en verano nunca viene mal”, nos cuenta este joven que, a punto de cumplir los 17 años, es la primera vez que trabaja en su vida.

De par de mañana ya huele a crema solar a pesar de que lleva la camiseta de las instalaciones puesta. El sol calienta bien estos días aunque no tanto como allá por junio cuando empezó con su primer empleo. “Fue empezar y llegar la primera ola de calor, había mucha gente en la piscina esos días pero lo sobrellevamos bien”, cuenta mientras sigue mirando de reojo a los pocos bañistas que hay a primera hora de la mañana en la piscina calagurritana.

“Las mañanas son más tranquilas, cuando llega la tarde ya es otra cosa”, comenta tras la experiencia de las primeras semanas del verano. “Lo importante para un socorrista es estar siempre atento, concentrado al cien por cien, pero de momento no estamos teniendo ningún problema importante”. Algún corte, estar pendiente de que la gente no se lance a la piscina si hay cerca alguien bañándose, no quitar el ojo a los más pequeños a pesar de que deben bañarse con un adulto al lado… Que no tenga que poner en práctica todo lo que ha aprendido este año sería la mejor noticia del verano para él. Está preparado pero mejor no tener que utilizar ese conocimiento.

De momento lo que está poniendo a prueba es su templanza. “Con 16 años es un poco difícil imponerse, pero la gente suele hacer bastante caso, sobre todo los niños más pequeños que siempre obedecen a lo que les dices a la primera”. Más complicado resulta que le haga caso la gente de su misma edad. “Hay alguna cuadrilla que da más guerra, pero hay que entender que ellos se lo están pasando bien y a veces no se dan cuenta de que tú estás trabajando”.

Este año comenzará segundo de Bachillerato. Aún no sabe qué estudiará después. “De momento, el dinero que saque este verano lo guardaré para la universidad y si luego no puedo ir o decido no ir posiblemente lo utilice para sacarme el carné de conducir”, adelanta. El trabajo es cómodo y el horario le permite también poder disfrutar del verano. “Por la mañana voy de diez a tres y media y cuando te toca de tarde es hasta las nueve de la noche. Además hay un turno de refuerzo de tarde que es de cuatro y media a siete y media, además los fines de semana libramos uno de los dos días: o sábado o domingo”. Eso le permite poder disfrutar también de los amigos, “pero sin pasarse mucho, que al otro día hay que estar con todos los sentidos puestos en la piscina”. Lo importante es estar fresco durante las horas de trabajo y “que la gente cumpla las normas”, para que el verano no tenga ninguna incidencia que lamentar.

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